El cofundador de la empresa Jane Street asignó millones de dólares a la compra de fusiles de asalto, granadas y misiles que fueron enviados a Sudán del Sur y utilizados con el fin de derrocar al Gobierno.
El empresario Robert Granieri, cofundador de la firma estadounidense Jane Street, se vio implicado en una conspiración para llevar a cabo un golpe de Estado en Sudán del Sur. Granieri proveyó siete millones de dólares que se utilizaron para comprar armas que los conspiradores planeaban enviar al país africano. Mientras, su abogado insiste en que su cliente fue engañado y no tenía intenciones maliciosas.
El empresario alega que le dio esa gran suma a Peter Ajak, becario de Harvard, pensando que se trataba de un activista de derechos humanos, según recoge Bloomberg. Posteriormente, Ajak y un cómplice, Abraham Keech, fueron acusados de enviar de manera ilegal armas a Sudán del Sur, como parte de sus preparativos para llevar a cabo un golpe de Estado en el país.
Busca de financiación
Ajak, procedente de Sudán del Sur, abandonó el país africano en la década de 1990 y se trasladó a EE.UU., donde se graduó en la Escuela Harvard Kennedy. Se hizo partidario de la oposición después que su país se independizara en 2011. De acuerdo con los fiscales, Ajak se propuso derrocar el Gobierno en Sudán del Sur y se dirigió al Departamento de Estado de EE.UU. buscando ayuda financiera. La entidad estatal se habría negado en octubre de 2023 a financiar el golpe de Estado.
Según informantes anónimos citados por Bloomberg en junio de este año, Ajak se reunió con Granieri en febrero de 2024 y luego informó a un agente que había conseguido financiación para comprar fusiles de asalto AK-47, misiles Stinger y granadas.
Granieri le transfirió siete millones de dólares en dos etapas, según fuentes.
Ajak y Keech fueron detenidos mientras inspeccionaban un depósito de armas.
Granieri insiste en no saber nada
Los defensores de Ajak declararon que las inversiones de Granieri fueron «vitales para el plan». De acuerdo con sus palabras, «sin la importante financiación que el señor Granieri pudo y acordó proporcionar, la supuesta conspiración habría sido imposible».
El abogado de Granieri sostuvo que su cliente ha apoyado durante mucho tiempo iniciativas en el ámbito de los derechos humanos. «En este caso, la persona que Rob creía que era un activista de derechos humanos, lo defraudó y mintió sobre sus intenciones», dijo.
No se presentaron acusaciones contra Granieri en el caso.