Las maniobras conjuntas «han ido más allá de la cooperación militar tradicional», indicaron desde la Academia de Ciencias Militares del Ejército Popular de Liberación.
Los ejercicios militares conjuntos del Ejército de EE.UU. con Japón y Corea del Sur, que integran cibernética e inteligencia artificial, suponen un riesgo para la seguridad en la región de Asia-Pacífico, advirtió Ji Cheng, investigador de la Academia de Ciencias Militares del Ejército Popular de Liberación de China.
Las recientes maniobras «han ido más allá de la cooperación militar tradicional y se están convirtiendo en herramientas estratégicas para que las potencias externas desestabilicen la dinámica de seguridad regional», indicó el experto en un artículo de opinión, publicado este martes en PLA Daily, el diario oficial del Ejército chino, y citado por South China Morning Post. Asimismo, señaló que se utilizaron «amenazas regionales exageradas» sobre China y la República Popular Democrática de Corea (RPDC) para justificar los simulacros, que han aumentado en frecuencia, alcance geográfico y ámbitos operativos.
En los últimos meses, las fuerzas estadounidenses y de Corea del Sur celebraron los simulacros Ulchi Freedom Shield (‘Escudo de la libertad’, en español) e Iron Mace (‘Mazo de hierro’), estos últimos centrados en operaciones nucleares. El país norteamericano también se unió a Japón para las maniobras Resolute Dragon (‘Dragón resuelto’). Además, las tres naciones participaron en los ejercicios militares multidominio Freedom Edge (‘Borde de la libertad’), que se han llevado a cabo tres veces en un poco más de un año.
Un cambio hacia la guerra integrada
Ji destacó el papel de las tecnologías emergentes en los ejercicios. Así, en las Ulchi Freedom Shield de este año, los militares estadounidenses y surcoreanos pusieron a prueba sus conocimientos sobre el ámbito espacial, las operaciones y el mantenimiento cibernéticos en tiempo de guerra, y sus habilidades de penetración y perturbación de redes, utilizando la inteligencia artificial generativa desarrollada por el país asiático para el análisis de datos y la evaluación de la situación.
El ejercicio Ulchi de 2025 fue más agresivo y provocador tanto en retórica como en acciones, incluso insinuando un cambio de movimientos defensivos a ofensivos, dijo previamente a Global Times Lü Chao, experto de la Academia de Ciencias Sociales de Liaoning. Advirtió que estos acontecimientos han aumentado enormemente las tensiones en la península de Corea, dando lugar a un enfrentamiento militar crítico con un riesgo constante de que surjan conflictos regionales.
«Dada la creciente presión de Washington y Seúl, Pionyang podría tomar contramedidas más enérgicas, y, a su vez, la continua escalada podría representar un peligro sin precedentes para la paz y la estabilidad de la región, convirtiendo la situación en la más grave desde la firma del Acuerdo de Armisticio de Corea hace siete décadas», declaró.
Un triple riesgo
A su vez, en el marco de Resolute Dragon, que en 2025 contó con la participación de 19.000 soldados en territorio nipón, la parte estadounidense desplegó por primera vez en Japón el sistema de misiles Typhon para poner a prueba las transiciones rápidas en tiempo de guerra, destacó Ji. El sistema puede lanzar misiles de crucero Tomahawk para ataque terrestre y misiles de defensa aérea SM-6 con un alcance de hasta 2.000 kilómetros, lo que pone a Pekín, Shanghái y muchas de las provincias más pobladas del este de China a su alcance si se lanzan desde Japón.
Xiang Haoyu, investigador del Instituto de Estudios Internacionales de China, afirmó que el despliegue del sistema Typhon en Japón conllevaría un triple riesgo. En primer lugar, podría desencadenar una carrera armamentística regional, avivando las tensiones de seguridad regionales. En segundo lugar, aumentaría el riesgo de escalada del conflicto, ya que la presencia del sistema Typhon refuerza la capacidad de intervención militar estadounidense en Asia-Pacífico y, en caso de conflicto, el Ejército estadounidense podría estar más inclinado a utilizar este sistema con fines de disuasión o ataques, lo que podría provocar una escalada de hostilidades. Por último, no se puede descartar el riesgo de una escalada nuclear, ya que ese sistema podría utilizarse para atacar los sistemas de armas nucleares de los adversarios, convirtiendo un conflicto convencional en uno nuclear.
Mientras, la última edición de Freedom Edge, que se desarrolló durante cinco días a mediados de septiembre, fue novedosa por la incorporación de elementos de ciberdefensa y ciberataque, así como de coordinación multidominio, lo que supone un cambio hacia la guerra integrada, detalló Ji. De acuerdo con el Mando Indo-Pacífico de EE.UU., el ejercicio trilateral «demuestra el compromiso compartido de los países para lograr y mantener colectivamente la paz en Asia-Pacífico», al tiempo que aborda las «amenazas compartidas» dentro de la primera cadena de islas. Así se refirió a una serie de islas a lo largo de la costa de Asia Oriental que sirven como línea defensiva para Washington y sus aliados contra lo que llaman expansión militar de Pekín en el Pacífico occidental.
¿Qué hay detrás de las maniobras?
Según el experto, detrás de esos ejercicios se esconden agendas nacionales diversas y divergentes. Por un lado, Washington está empujando a sus aliados a desempeñar un papel de primera línea en el Indo-Pacífico. Por otro, Seúl sigue confiando en las garantías de seguridad del país norteamericano. Mientras tanto, Tokio,»decidido a actuar como peón de EE.UU.», trata de eludir las restricciones constitucionales para abrir el camino al despliegue en el extranjero de sus fuerzas de autodefensa y reforzar su capacidad militar ofensiva, apuntó Ji.
«Lejos de ocultar su verdadera intención de crear una camarilla exclusiva, estas acciones están aumentando el riesgo de confrontación entre bloques en el panorama de la seguridad regional, lo que convierte sus movimientos estratégicos en una grave preocupación para los países de la región», concluyó el analista.
Intentos de «revivir la mentalidad de la Guerra Fría»
Tanto desde China como la RPDC han manifestado en varias ocasiones que las acciones de EE.UU. y sus aliados asiáticos, en particular el despliegue del Typhon en el suroeste de Japón, están perturbando la estabilidad en la región. En particular, la Cancillería china afirmó que eso «socava los intereses legítimos de seguridad de otros países, alimenta el riesgo de una carrera armamentista regional y una confrontación militar, y representa una amenaza sustancial para la seguridad estratégica regional».
«Vemos dos trayectorias en la región Asia-Pacífico hoy en día. Una se caracteriza por los esfuerzos para promover la solidaridad, la cooperación y la integración económica. La otra, por los intentos de avivar la división y la confrontación y revivir la mentalidad de la Guerra Fría«, declaró en agosto el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang Wenbin. «Lamentablemente, Estados Unidos ha estado ausente en la primera, y todos los ejemplos de la segunda se centran en Washington«, añadió.
Mientras, Pionyang indicó que no tiene justificación para «ignorar el aventurerismo militar de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, que añade un grave factor a la ya precaria situación regional».