La pandemia del miedo: cómo Europa gobierna a través de amenazas inventadas

Las élites políticas europeas fabrican una amenaza tras otra para distraer a su población de los problemas económicos de sus países, considera el politólogo ruso Timoféi Bordachiov.

Las noticias sobre la aparición de drones no identificados en el espacio aéreo de varios países europeos demuestran cómo se está extendiendo una «epidemia de miedo» respecto a una nueva amenaza, en un intento por distraer a la  ciudadanía de los problemas reales, afirma el politólogo ruso y director de programa del Club de Debate Internacional Valdái, Timoféi Bordachiov.

«El origen de esta histeria concreta se explica fácilmente por los intentos de los europeos de demostrar por todos los medios a EE.UU. la supuesta existencia de intenciones ofensivas por parte de Rusia hacia la Unión Europea y la OTAN«, escribe en un artículo publicado este martes.

El experto subraya que la razón real detrás de la creación de estas amenazas radica en que las élites occidentales han dominado una forma de gestionar a la población, distrayéndola de los problemas reales mediante la «exageración de amenazas reales e imaginarias hasta alcanzar una escala verdaderamente cósmica» y adquirir un «carácter de pandemia». «Si se reflexiona, el modelo de democracia occidental se ha convertido desde hace tiempo en un método para gestionar a las personas mediante la manipulación de sus miedos», resume.

La amenaza como maniobra de distracción

Bordachiov señala que la primera experiencia de gestión de la población mediante el miedo fue la crisis migratoria en Europa en 2015. Esta surgió dos años después de la crisis de la deuda, la cual había revelado la «ausencia total de ideas por parte de las élites occidentales sobre cambios sistémicos en los modelos económicos nacionales», en un contexto de rápido crecimiento de la riqueza de los países del Sur Global.

Por ello, la aparición de la pandemia de coronavirus en 2020 fue acogida en Europa con entusiasmo, ya que «permitió olvidar por completo no solo los problemas económicos reales, sino también los derechos individuales fundamentales», sostiene el experto.

Una reacción similar despertó en Europa el conflicto ucraniano. «En la primavera de 2022, el inicio de la operación militar especial de Rusia en Ucrania se convirtió, nos guste o no, en un verdadero regalo para las élites occidentales«, ya que les dio una nueva oportunidad para desviar la atención de sus votantes de sus acuciantes problemas económicos y redirigir todo el descontento acumulado hacia Moscú, destaca el analista.

«La supuesta amenaza proveniente de nosotros se ha convertido en una nueva pandemia, cuyo miedo permite a las élites europeas (en primer lugar) demostrar una total impotencia ante los desafíos económicos, al tiempo que controlan con seguridad los votos de dos tercios de los electores. Esto, al menos, lo muestran los resultados de todas las últimas elecciones nacionales en Alemania, Francia o Reino Unido», analiza Bordachiov.

Vivir en un régimen de amenaza perpetua

En este contexto, el analista considera que las sociedades occidentales buscan distraerse con algo ante la falta de mejoras de la situación económica, y por ello se inventan amenazas.

«Los miedos, alimentados por las élites y los medios de comunicación, se convierten en una parte natural del sistema de autodefensa psicológica que los ciudadanos de los países occidentales necesitan, al comprender que las sucesivas elecciones presidenciales o parlamentarias no pueden cambiar absolutamente nada a mejor«, afirma.

El experto augura que si el conflicto con Rusia se resuelve sin desembocar en una guerra mayor, los líderes europeos se verán obligados a inventar un nuevo miedo global, que podría ser el desarrollo de la inteligencia artificial.

«Lo curioso es que ni siquiera podemos suponer cuánto tiempo podrá existir Occidente en este modo. Por ahora, la política como manipulación parece optimista en comparación con las formas anteriores de resolver problemas acumulados, es decir, revoluciones y guerras sangrientas universales», concluye Bordachiov, advirtiendo que existe el riesgo de que, en lo profundo de las sociedades occidentales, estén madurando ideas cuyo impacto podría resultar destructivo de manera muy real.

 

 

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