La voladura de los gasoductos Nord Stream terminó de hundir la competitividad de sectores de uso intensivo de energía.
Las explosiones en el mar Báltico que destruyeron los gasoductos Nord Stream 1 y 2 el 26 de septiembre de 2022 marcaron un antes y un después para Alemania y la Unión Europea. La pérdida de uno de los principales suministros de gas barato desde Rusia desencadenó una crisis energética que, tres años después, aún sigue pesando sobre la primera economía del bloque comunitario.
El resultado: alza en los precios de la energía, caída del PIB, aumento del desempleo, cierre de fábricas y la huida de numerosas empresas hacia países con menores costes.

Tres años después, los números confirman la gravedad del golpe. Tras dos ejercicios consecutivos de contracción, se espera que el PIB alemán apenas crezca un 0,2 % en 2025, señalaron a Las explosiones en el mar Báltico que destruyeron los gasoductos Nord Stream 1 y 2 el 26 de septiembre de 2022 marcaron un antes y un después para Alemania y la Unión Europea. La pérdida de uno de los principales suministros de gas barato desde Rusia desencadenó una crisis energética que, tres años después, aún sigue pesando sobre la primera economía del bloque comunitario.
El instituto de estudios económicos Ifo coincide en este pronóstico de estancamiento. «Según los pronósticos actuales, en 2025 el PIB de Alemania crecerá solo un 0,2 %. En esencia, la economía del país se estanca este año», explicó a RT Klaus Wohlrabe, director de estudios en Ifo.
La trayectoria de los últimos años muestra la magnitud de la situación. En 2019, el PIB alemán subió 1 %, pero en 2020 se desplomó un 4,1 % debido a la pandemia del covid-19. En 2021, se produjo una recuperación del 3,7 %, seguida de un freno en 2022 con un crecimiento de apenas el 1,4 %. A partir de ahí, el retroceso se hizo evidente, con caídas en un 0,3 % en 2023 y en un 0,2 % en 2024, de acuerdo con cifras del Fondo Monetario Internacional.
Los expertos mencionan varios factores detrás de esta situación: el fin del acceso al gas ruso barato, la inflación en la eurozona que golpeó el consumo interno, el envejecimiento de la población y la falta de trabajadores cualificados.
«Cabe señalar que en el país hay muchos migrantes en edad laboral que reciben subsidios y por esa razón no tienen ganas de buscar un empleo fijo», comentó por su parte Natalia Milchakova, analista principal de Freedom Finance Global.
El detonante principal, sin embargo, ha sido la crisis energética. El alza de los precios del gas comenzó ya en 2021, antes del estallido del conflicto armado en Ucrania. La UE decidió apostar por la transición verde y pidió al sector privado abandonar la inversión en energías fósiles, puntualiza Ígor Yushkov, experto del Fondo Nacional ruso de Seguridad Energética.
«Se decía que después del covid todos saldrían de cuarentena y cambiarían a coches eléctricos. Las empresas temían que la demanda de energía tradicional cayera junto con los precios y dejaron de invertir en nuevos proyectos, construcción de infraestructuras y explotación de yacimientos por miedo a perder el dinero invertido. Sin embargo, después del covid, la demanda de petróleo y gas se recuperó, pero la oferta ya no podía satisfacerla. Así comenzó la crisis, que en 2022 se agravó con las sanciones contra Rusia», resumió Yushkov en declaraciones a RT.
La voladura de los gasoductos Nord Stream terminó de hundir la competitividad de sectores de uso intensivo de energía. Alemania no logró encontrar una alternativa barata y estable al gas ruso, y con las centrales nucleares y plantas de carbón cerradas bajo el mandato de Angela Merkel, numerosas empresas —especialmente del sector químico y de fertilizantes— optaron por trasladar su producción a los países con costos energéticos más bajos, afirmó Milchakova.
En opinión de Yushkov, Alemania podría revertir parte de la crisis si reanudara el flujo del gas ruso a través de la única tubería de los gasoductos Nord Stream que sobrevivió a la explosión. Sin embargo, cree que es improbable: actualmente en Alemania «la política prevalece sobre la economía«, y un paso así sería mal visto por los aliados de Berlín.
Las perspectivas a medio plazo son ligeramente más optimistas. Según ZEW, el PIB alemán crecería 1 % en 2026 y un 1,4 % en 2027. Ifo prevé aumentos del 1,3 % y 1,4 % en los respectivos años. No obstante, los analistas advierten de que los problemas estructurales difícilmente se resolverán pronto.
«La recuperación dependerá principalmente de la política de expansión fiscal, sobre todo del aumento del gasto público en defensa e infraestructura. Sin embargo, el crecimiento [económico] será más débil que en los ciclos anteriores, porque persisten factores estructurales que siguen afectando a la economía: altos costos laborales y energéticos, falta de personal cualificado y reducción de la demanda de exportaciones debido a los aranceles de EE.UU.», concluyó Wohlrabe.