Desde Bruselas creen que un embargo total al petróleo ruso y tarifas masivas contra China socavarían la economía de la UE.
La Unión Europea está preparando un nuevo paquete de sanciones que apunta a empresas chinas vinculadas a Rusia, en un intento de convencer al presidente estadounidense, Donald Trump, de endurecer la presión contra Moscú, sin embargo, diplomáticos europeos consideran que esto podría no ser suficiente.
Bruselas confía en que este decimonoveno paquete, que incluiría medidas en sectores como criptomonedas, banca y energía, muestre su compromiso con la estrategia común frente a Moscú. Trump, sin embargo, condiciona su apoyo a que los países de la OTAN corten todas las importaciones de petróleo ruso y apliquen aranceles de entre el 50 y el 100 % a los productos chinos.
Tres diplomáticos europeos dijeron en declaraciones anónimas a Politico que consideran estas demandas prácticamente imposibles y temen que funcionen como una excusa para que Washington evite tomar acciones directas contra el presidente ruso Vladímir Putin. Además, explicaron que el próximo paquete de sanciones está muy por debajo de la demanda arancelaria de Trump y que ya estaban preparados para que las nuevas medidas no impresionen al mandatario, incluso sospechan que puede estar preparándoles una trampa.
«Nos hundiríamos»
El trasfondo económico complica aún más las negociaciones. Bruselas alerta que un embargo total al petróleo ruso y tarifas masivas contra China socavarían la economía de la UE, dispararían la inflación y pondrían en riesgo sectores clave, como la industria automotriz alemana. «¿No comerciar con China y la India? Nos hundiríamos. ¿Qué quedaría de nosotros?», afirmó uno de los diplomáticos.
Al mismo tiempo, observadores señalan que la postura de Trump podría beneficiar a EE.UU. en la esfera energética. Para Anne-Sophie Corbeau, investigadora principal del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia, todo esto también tiene un objetivo concreto: un «intento de que Europa compre más gas natural licuado estadounidense».
El medio señala que funcionarios europeos y aliados de Trump en el Congreso dudan de que sus exigencias formen parte de una estrategia coherente para acabar finalizar el conflicto en Ucrania. La UE, mientras tanto, intenta equilibrar el apoyo a Washington con la necesidad de evitar una ruptura con Pekín, de quien aún depende para más del 20 % de sus importaciones.