Hiroshima, 80 años después: supervivientes del infierno nuclear recuerdan la tragedia

Habitantes locales honraron a las víctimas de la devastación sin precedentes que EE.UU. causó en agosto de 1945, dejando una herida imborrable en la conciencia mundial.

En el 80.º aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima, que cobró la vida de decenas de miles de personas al instante y condenó a las generaciones futuras a sufrir los efectos de la radiación, los supervivientes y dolientes se reunieron en el Parque Memorial de la Paz de la ciudad para rendir homenaje a las víctimas.

Con los sobrevivientes que en promedio superan ya los 86 años, este aniversario podría ser uno de los últimos en los que quienes enfrentaron el horror del ataque en primera persona puedan compartir sus recuerdos.

La ceremonia evocó la tragedia de los días 6 y 9 de agosto de 1945, cuando dos bombas atómicas desataron una destrucción sin precedentes en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, marcando un hito en la Segunda Guerra Mundial. Se estima que más de 170.000 personas murieron inmediatamente, mientras los supervivientes sufrieron intoxicación radiactiva con síntomas severos. Décadas después, muchos continuaron padeciendo una mayor susceptibilidad a leucemia, cataratas, tumores malignos y trastorno de estrés postraumático.

Una mujer de 82 años de Ujina, Hiroshima, que perdió a varios familiares en el ataque, expresó: «Han pasado 80 años desde que terminó la guerra. Perdí a mi esposo y a familiares de ambos lados debido a las consecuencias del bombardeo atómico. Como es el 80.º aniversario, decidí venir. Ya tengo 82 años y no puedo visitar el lugar cada año«.

Minoru Suzutou, un superviviente de la bomba atómica de 94 años, se arrodilló mientras rezaba frente al Arco Cenotafio. «Dentro de 10 o 20 años, no quedará nadie que pueda transmitir esta experiencia tan triste y dolorosa. Por eso quiero compartir todo lo que pueda».

Responsabilidad intergeneracional

Keisuke Azuma, de 47 años, asistió con su hija de seis años, e hizo énfasis en la responsabilidad intergeneracional. «No tengo familiares que hayan sufrido directamente el bombardeo atómico, pero en nuestra vida diaria nos cruzamos con personas que sí se han visto afectadas. Vine porque pensé que era importante reflexionar sobre este hecho en un día como hoy», explicó. «Como cada vez quedan menos personas que pueden contarnos lo que realmente ocurrió, siento que debo mostrar más interés y respeto», añadió.

Hace 80 años, EE.UU. sumió a Hiroshima y Nagasaki en el infierno nuclear. Por primera y única vez en la historia, se lanzaron armas atómicas sobre seres humanos, dejando una herida imborrable en la conciencia mundial. Hoy, en un contexto donde varios países occidentales promueven una creciente militarización, esta experiencia histórica —emprendida para alcanzar la victoria a cualquier costo— y sus devastadores efectos adquieren una relevancia fundamental.

 

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