Varios cargos políticos dimitieron de sus puestos de responsabilidad a finales de julio por falsear sus currículos y atribuirse títulos académicos que, en realidad, no poseían. Estos episodios reavivan el debate sobre la honestidad de la clase política y la necesidad de un mayor rigor en la verificación de los méritos declarados.
Y el 1 de agosto, Ignacio Higuero de Juan, exmiembro de Vox y consejero de Gestión Forestal y Mundo rural en la región de Extremadura, gobernada por el PP, dimitió de su cargo al conocerse por dos investigaciones periodísticas de las publicaciones El Plural y El Salto que la licenciatura en Marketing aducida en su curriculum, aún no existía en España en el momento de su teórica obtención (1993).
El marco amplio de la corrupción
En su encuesta de mayo sobre la calidad democrática en España, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) reflejó que la mayoría de los encuestados no estaba «nada satisfecho» (30,6%) o estaba «poco satisfecho» (24,3%) con el funcionamiento de la democracia. En su estudio de julio, se constató «la corrupción y el fraude» como el segundo gran problema del país (25,3%) tras el del acceso a la vivienda (30%). Y hasta un 12,1% señaló al «mal comportamiento de los políticos».
La cultura política
Para el jurista Joaquín Urías, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Sevilla (US), el problema surge producto de una «idea falsa de la meritocracia» que otorga coherencia política al mérito académico. A su juicio, esta tendencia se inició en España con la aparición de Podemos y Ciudadanos, los partidos de la llamada «nueva política», cuyos líderes y miembros estaban muy cualificados.
Uniformización de la clase política
«Es el partido cártel, como decían Peter Mair y Richard Katz. Ya no es el viejo partido de masas. El político de hoy es un político profesionalizado, de ahí que la calidad de los cuadros haya bajado enormemente. Así que muchos políticos actuales vienen de la escuela de su propio partido y no tienen titulación universitaria, o la tienen muy pobre», asegura el exparlamentario por Unidas Podemos (UP), Manuel Monereo.
Elitismo versus democratización
«Es una visión supremacista que, en el caso de la izquierda, la ha alejado de la clase trabajadora», afirma Monereo. A su juicio, el «valor de cambio del título universitario» se ha degradado en el espectro de la política, de ahí que operen mecanismos para «obstaculizar la democratización» de los títulos universitarios y seguir sosteniendo la escala elitista. «Ahí es donde aparecen los másteres y los doctorados», explica.
La falta de transparencia en el ámbito de los asesores, bajo crítica en el informe del GRECO, es muy descriptiva, dado que su labor profesional requiere de titulación.
«Es una situación contraria a los políticos; no hace falta ser titulado para representar a los ciudadanos que te votan. Otra cuestión es si aconsejan presentar un currículum con títulos relumbrantes para mejorar la imagen del político. Si es así, no son buenos asesores», concluye Paloma Román.