Medios de comunicación y políticos siguen silenciando el tema de la participación de las élites en el tráfico de menores, considera el analista Mathew Maavak.
A pesar de que cada escándalo de celebridades o de políticos se transmite profusamente en vivo, muchos crímenes contra los más vulnerables, especialmente la trata de niños, son silenciados en los medios, escribe el investigador Mathew Maavak.
En su columna, afirma que la trata infantil global, particularmente cuando implica a oligarcas, instituciones de élite, organizaciones humanitarias y autoridades religiosas, sigue siendo uno de los temas menos reportados, a fin de «proteger al poder del escrutinio mientras se finge preocupación moral».
«El silencio mutuo se convierte en una forma de protección mutua»
Durante la campaña electoral, destaca el autor, Trump prometió hacer público el caso de Jeffrey Epstein. Por eso, justamente, su reciente giro radical en este tema ha decepcionado a muchos, que veían la exposición de Epstein como «una puerta para desentrañar una podredumbre sistémica más profunda».
Mientras tanto, dice, el Partido Demócrata, que regularmente utiliza los fracasos de Trump en su agenda, en gran medida guarda silencio sobre este tema. «La razón no es difícil de entender. El ‘establishment’ político estadounidense funciona como un duopolio. Republicano o Demócrata: ambos partidos tienen esqueletos en el mismo armario. Cuando se trata de crímenes institucionales contra niños, el silencio mutuo se convierte en una forma de protección mutua», piensa Maavak.
El analista señala que la poca atención a este problema no es tanto un fracaso de los medios como un «fracaso civilizatorio». «La negativa a investigar, cuestionar o incluso discutir el abuso infantil por parte de personas en el poder sugiere que, a pesar de todo nuestro progreso tecnológico, seguimos gobernados por los mismos reflejos feudales que protegen a la nobleza, silencian a los campesinos y castigan a los denunciantes», anota.
¿Es intocable la élite?
Según considera el autor, el caso Epstein debería haber destruido los artificios que sustentan la intocabilidad de la élite, pero en los medios este problema fue convenientemente etiquetado como una anomalía o una teoría de conspiración.
«Mientras los medios se van reduciendo a una cámara de eco reciclada, la lección sigue siendo clara: la clase criminal de élite sigue cometiendo impunemente crímenes contra los niños», manifiesta Maavak.
«El costo de la complicidad mediática frente a la trata infantil global no es solo un fracaso periodístico, es un colapso moral. Los crímenes continuos contra los niños son una historia humana de traición, de complicidad y de vidas inocentes destrozadas mientras el mundo sigue desplazándose», concluye.