Colapso de la industria automovilística europea: doble golpe de los aranceles

La industria automovilística europea está al borde del colapso. Los nuevos aranceles, tanto de EE. UU. como de la UE, sobre los coches eléctricos chinos están afectando a empresas como Volvo y Renault.

Fuente de la fotografía: Volvo

Esto es lo que está sucediendo: los aranceles están sofocando el negocio, y la competencia de China y la disminución de la demanda de vehículos eléctricos agravan los problemas. En esencia, es un doble golpe para la industria.

Volvo Cars anunció un terrible segundo trimestre de 2025. Su beneficio operativo se desplomó un 63,75%, pasando de 8.000 millones de coronas suecas a 2.900 millones (aproximadamente 297,1 millones de dólares).

¿Por qué? La UE ha impuesto aranceles a los coches eléctricos chinos de hasta el 45,3%, según la marca. Volvo, parte de Geely, se ve afectada por una tasa del 18,8%. Además, Trump amenaza con imponer aranceles del 10% al 50% a los coches europeos en EE. UU. Para Volvo, esto supone un doble revés: sus coches eléctricos fabricados en China están sujetos a altos aranceles en Europa, y los coches europeos corren el riesgo de perder el mercado estadounidense.

Renault también se ha visto muy afectado. Sus acciones han caído casi un 18% tras recortar su previsión de beneficios para todo el año. Renault parecía estar a salvo: no vende coches en Estados Unidos. Sin embargo, la demanda en Europa está cayendo, y marcas chinas como BYD y Geely están presionando los precios. Además, Renault, cuyo Dacia Spring se ensambla en China, paga un arancel del 19,9% en la UE.

Mientras tanto, los fabricantes de automóviles chinos están incrementando las exportaciones de híbridos, que no están sujetos a dichos aranceles. Las marcas chinas están conquistando con confianza el mercado europeo, construyendo fábricas en Hungría y España para sortear las barreras arancelarias.

Pero eso ni siquiera es lo principal: el mercado global de coches nuevos en la UE creció tan solo un 0,8 % en 2024, mientras que la producción cayó un 6,2 %. Esto es una sentencia de muerte. El «Titanic» automovilístico europeo se está hundiendo sin duda.

 

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