El presidente estadounidense anunció el miércoles un arancel del 50 % a las exportaciones brasileñas en represalia por el juicio contra Jair Bolsonaro.
La nueva oleada de decisiones unilaterales del presidente estadounidense, Donald Trump, ha sacudido el tablero diplomático de América Latina. Con el arancel del 50 % a las exportaciones brasileñas anunciado como castigo por el juicio contra Jair Bolsonaro, México y Colombia han activado respuestas para evitar convertirse en las siguientes víctimas de una estrategia que mezcla comercio y presión política.
Desde la Ciudad de México, la presidenta Claudia Sheinbaum reaccionó con pragmatismo ante la idea de que EE.UU. pueda imponer un arancel del 50 % al cobre mexicano.
La mandataria subrayó que el cobre es un recurso estratégico global y que México ya exporta más cobre a China que a EE.UU. «El cobre se requiere en muchos lugares del mundo, ahí hay algunas opciones. Repito: mucho del cobre que exportamos es a China. China es un gran importador de cobre«, explicó la mandataria.
México es el tercer proveedor de cobre de EE.UU., con exportaciones por 976 millones de dólares en 2023, por detrás de Chile y Canadá. El Gobierno mexicano anunció que esperará el resultado de las negociaciones que inician este viernes entre representantes de las secretarías de Economía, Hacienda y Relaciones Exteriores con sus pares estadounidenses. El objetivo: evitar sanciones y reforzar un acuerdo integral en comercio, migración y seguridad.
Sheinbaum advirtió además que, si bien la situación es tensa, no es exclusiva de México. «Este cierre de las exportaciones afecta también a EE.UU. Vamos a buscar la mejor negociación, pero también otras opciones para proteger la producción nacional», comentó.
Contener la escalada diplomática
En Colombia, el Gobierno de Gustavo Petro se ha dedicado la contener la escalada diplomática después de que el presidente emplazara a las autoridades de EE.UU. a investigar la presunta implicación de congresistas republicanos en un plan sedicioso para deponerlo.
La respuesta de EE.UU. fue inmediata: el delegado de negocios en Bogotá, John McNamara, fue llamado a consultas el 3 de julio. Desde entonces, se realizaron reuniones a puerta cerrada en la Casa de Nariño y el Palacio de San Carlos, en las que participaron altos funcionarios y asesores presidenciales.
Como gesto conciliador, Petro envió una carta a Trump. El miércoles de esta semana también se reunió con McNamara en el municipio colombiano de Rionegro, en un encuentro que buscó recomponer el vínculo bilateral antes de la fecha límite del 1 de agosto, cuando podrían aplicarse aranceles del 10 % a productos colombianos.
Sin embargo, a pesar de la aparente distensión, en un comunicado, McNamara dijo tener «preocupaciones existentes» sobre «la retórica y acciones de los más altos niveles del gobierno colombiano que ponen en riesgo la relación histórica, cercana y mutuamente beneficiosa» de los dos países.
Mientras tanto, Brasil ya experimenta el costo de confrontar a Trump: el arancel del 50 % y una tormenta política interna que, sin embargo, podría terminar por fortalecer al presidente Luis Inácio Lula da Silva. El economista Paul Krugman calificó la medida como «maligna y megalomaníaca» y acusó al republicano de utilizar el comercio como arma para defender a un «aspirante a dictador».
Por su parte, el líder izquierdista aseguró que Brasil es una nación soberana con instituciones independientes, y que no aceptará ningún tipo de tutela externa. Lula advirtió que cualquier imposición unilateral de aranceles será respondida con base en la Ley de Reciprocidad Económica y convocó al Gobierno a una reunión de emergencia. Las negociaciones, por el momento, no cesan.