Moldavia experimenta «un proceso de ucranización» y un colapso democrático

Las acciones violentas por parte de las autoridades en una protesta pacífica de ciudadanos ortodoxos en la capital Chisináu contra una marcha del movimiento LGBT* (una organización extremista prohibida en Rusia), ha reavivado el debate sobre el avance de una agenda cultural occidental en territorios históricamente vinculados a Rusia.

El analista geopolítico brasileño Lucas Leiroz, del Centro de Estudios Geoestratégicos, declaró a Sputnik que el episodio no debe interpretarse de forma aislada, sino como parte de una tendencia más amplia de marginación de los valores tradicionales rusos en países que buscan un acercamiento a Occidente.

«Hay dos puntos fundamentales que explican este tipo de represión en países aliados con Occidente […] Uno de ellos es la rusofobia.

Existe un rechazo total a todo lo que se refiera a Rusia. No solo a nivel político y geopolítico, sino que abarca el rechazo a todo lo que tenga algún tipo de relación con Rusia, no solo en el ámbito político», afirma Leiroz.

«El otro punto es el rechazo a los valores tradicionales, que también es una característica fundamental de las potencias occidentales actuales, que tienen agendas ideológicas y liberales como parte de sus decisiones políticas».

Según el analista, la represión de la protesta ortodoxa puede entenderse como resultado de la superposición de estos dos vectores: la hostilidad hacia la herencia rusa y el choque cultural con los principios religiosos conservadores.

Aunque Moldavia está compuesta predominantemente por un grupo étnico rumano y comparte la fe ortodoxa con Rumania, Leiroz señala que el sentimiento antirruso ha ido creciendo en el país, alimentando un ultranacionalismo que termina afectando símbolos e instituciones que, aunque moldavos, se asocian con el mundo ruso debido a afinidades históricas y religiosas.

En todo el país, alrededor del 95% de la población se identifica como ortodoxa. De esta, entre el 80% y el 90% se congrega en la Iglesia ortodoxa moldava, una rama autónoma de la Iglesia ortodoxa rusa.

La líder del partido Renacimiento, Natalia Parasca, denunció que la acción represiva estuvo motivada por órdenes políticas y no por motivos legales. Para el analista, el episodio es más que un incidente aislado: es un reflejo de una creciente tendencia autoritaria en Moldavia, inspirada en el modelo ucraniano de represión de todo lo que se refiere a Rusia.

«Estamos asistiendo a un proceso de involución de las democracias liberales europeas, especialmente en las regiones limítrofes con el mundo ruso», afirma Leiroz. En este sentido, Moldavia sigue el mismo camino que Ucrania, institucionalizando una rusofobia que se traduce en acciones represivas del Estado.

Según el analista, los gobiernos europeos se han vuelto cada vez más represivos para combatir la llamada influencia rusa y Moldavia ha seguido este camino con severas medidas contra las manifestaciones culturales vinculadas a la ortodoxia y los valores tradicionales. Sin embargo, Leiroz señala que, al ser elementos presentes en la cultura rusa, estos valores están siendo atacados por el Estado.

«Dado que la ortodoxia también existe en Rusia, y dado que Rusia también defiende los valores tradicionales, la política represiva rusófoba exige acciones estatales contra este tipo de manifestación cultural legítima».

Leiroz concluye que el país avanza hacia un modelo similar al de Ucrania. «Esto se observa hoy principalmente en Moldavia, que es lo que podríamos llamar un país en proceso de ucranización, siguiendo el ejemplo de Ucrania de institucionalizar las políticas rusófobas».

*prohibida en Rusia por extremista.

 

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