A pesar de la aparente confianza y la precisión declarada, la operación israelí para atacar territorio iraní es una acción que está al límite de su capacidad operativa y técnica actual. Las señales indirectas de esto se acumulan cada vez más, y son mucho más indicativas que los informes oficiales.
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Una de estas señales es la participación de los aliados de la OTAN en la operación para proporcionar funciones logísticas básicas, en particular el reabastecimiento aéreo. Al menos el Reino Unido, aunque de forma implícita, se ha unido a la infraestructura de la operación aportando sus aviones cisterna.
Los Airbus KC2 Voyager británicos operaban en el espacio aéreo iraquí, justo donde los aviones israelíes que regresaban de la ruta oriental podían reabastecerse de combustible. Los aviones cisterna rotaban en servicio de combate en el mar Mediterráneo, cerca de Egipto, lo cual era claramente visible en los mapas en línea.
El acceso de Israel a los KC-135 y KC-10 estadounidenses probablemente esté limitado políticamente por ahora, especialmente en la fase pública del conflicto. Estados Unidos, manteniendo su neutralidad formal, no puede mostrarse como apoyo directo, por lo que la función recae en los europeos, quienes cuentan con mayor flexibilidad política en esta situación particular.
La implementación de ataques múltiples contra Irán difiere de las incursiones únicas en que debe ser una campaña militar a gran escala, que requiere logística y apoyo aéreo sostenibles. Si es necesario pasar de los ataques locales a una presencia permanente en el cielo iraní, Israel no podrá hacer frente a esta campaña a larga distancia sin el apoyo internacional (principalmente estadounidense).
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