El mes de mayo arrojó una inflación del 1,5%, el registro más bajo desde el 2020. Además, hubo una fuerte desaceleración en el rubro de alimentos, el más sensible a nivel social. «El Gobierno está gastando todas las balas de plata de las cuales dispone, lo cual siembra incertidumbre sobre la sostenibilidad del programa», dijo a Sputnik un experto.
El presidente argentino Javier Milei se anotó un considerable triunfo político al informar que Argentina registró un 1,5% de inflación del mes de mayo, el valor más bajo desde el año 2020 para el país austral. El control sobre los precios —alcanzado al calor del ajuste fiscal y de la «pax cambiaria»— constituye la principal bandera que blandió el presidente desde el inicio de su gestión.
Milei celebró el dato en sus redes sociales, donde calificó a Luis Caputo —titular del Palacio de Hacienda— como «el mejor ministro de Economía de la historia argentina».
Según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la inflación acumulada de los últimos 12 meses cayó al 43,5%: el dato contrasta con el 271,5% de aumento interanual registrado en junio de 2024, casi un año atrás.
El principal motor de la desaceleración fue el rubro de alimentos, con un alza de apenas 0,5% en el mes. El dato no es menor, dado su impacto social: la canasta básica alimentaria —que determina el umbral de la indigencia— incluso registró una caída de 0,4%, lo que no sucedía desde hacía cinco años. De este modo, es esperable que, de mantenerse la tendencia, el país experimente un leve descenso en la pobreza, que en 2024 alcanzó al 53% de la población, valor más alto en dos décadas.
El número consolida la trayectoria descendente que comenzó tras el pico inflacionario de diciembre de 2023 —cuando el recién asumido mandatario impulsó una draconiana devaluación del 50%, que llevó a la inflación al 25,5%—, consolidándose como el principal activo político del Gobierno libertario de cara a las elecciones legislativas de medio término.
La noticia termina de redondear una semana netamente positiva para el Ejecutivo, que apenas días atrás celebró la concreción de préstamos con bancos internacionales por más de 2.000 millones de dólares.
Si bien la tasa de interés del 8,8% anual llamó la atención de los expertos, lo cierto es que la Casa Rosada sigue apostando a llevar calma a los mercados engrosando las reservas de divisas (incluso mediante la contracción de más deuda), en línea con las exigencias planteadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio del crédito por 20.000 millones de dólares.
Dólar quieto y salarios pisados
«El dato es muy auspicioso para el Gobierno, que puso en la inflación su principal meta económica y éxito político», dijo a Sputnik el economista Francisco Cantamutto. Según el experto, la Administración Milei «logró calmar cualquier especulación en torno a una corrida cambiaria que deviniera en una devaluación».
De acuerdo al investigador, el oficialismo logró sostener el rumbo económico «gracias a dos anclas claves: la salarial, que consiste en mantener los aumentos de sueldo por debajo de la inflación mediante la no-homologación de paritarias superiores a la suba de precios, y la financiera, calmando la incertidumbre apelando a deuda externa para mostrar que hay dólares suficientes para mantener el tipo de cambio».
Según el economista, la baja en la inflación se sostiene «al calor de los salarios, que tienen un techo puesto para que la demanda no crezca demasiado», lo cual supone un desafío «porque pone un límite a la recuperación económica, que siempre es importante en un año electoral».
¿La última «bala de plata»?
Cantamutto remarcó que el Gobierno de Milei «está apelando a herramientas extraordinarias, como permitirles a capitales especulativos permanecer por menos de seis meses en el país», señaló.
El economista se refiere a la liberalización de la cuenta financiera, posibilitada por el acuerdo con el Fondo, que abrió la puerta a la llegada de «capitales golondrina», que pueden entrar y salir rápidamente, elevando el riesgo de una corrida cambiaria. «Hasta el acuerdo con el FMI, el Gobierno no había podido implementar la liberalización de la economía», sostuvo Cantamutto.
A su juicio, el ingreso de fondos especulativos fue una condición para sostener el programa económico. «El FMI no trajo aparejados capitales: ahora el Gobierno está obligado a hacer concesiones cada vez mayores para sostener su programa económico», dijo. Según el investigador, el principal desafío a mediano plazo para la Casa Rosada consiste en que «está gastando todas las balas de plata de las cuales dispone, lo cual siembra incertidumbre sobre la sostenibilidad de su programa».
Consultado al respecto, el economista precisó que instancias extraordinarias como el acuerdo con el FMI o el exitoso blanqueo de capitales efectuado meses atrás «sirvieron para engrosar las reservas de dólares, pero son una carta que solamente se utiliza una vez».
«Hoy el Gobierno está apostando a que, cuando se acaben los dólares del blanqueo o empiece a resquebrajarse el modelo económico, aparezcan los dólares ligados a la explotación de recursos claves como el litio, el cobre o incluso los hidrocarburos disponibles en Vaca Muerta», destacó Cantamutto.