Según medios, Merz tuvo la tarea de recuperar su posición como «interlocutor fiable» para Trump y como «alguien a quien llamaría primero cuando quisiera hablar con Europa».
La primera reunión entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el canciller de Alemania, Friedrich Merz, fue como la cortesía que hace «un novio esperanzado» cuando este visita a su «suegra», escribe el medio alemán Tageszeitung.
Según el periódico, ante Merz se ha planteado una importante tarea antes de reunirse con el líder del país norteamericano: recuperar su posición como «interlocutor fiable» del mandatario estadounidense y como «alguien a quien Trump llamaría primero cuando quisiera hablar con Europa, pero también como alguien que lo contradiría si fuera necesario».
Esto se debió a los años sin estrechos contactos entre EE.UU. y Alemania, resultado de las tensas relaciones entre la excanciller Angela Merkel y Trump, marcadas también por su «frustrante» reunión en 2017. «La visita inaugural de Merz a Washington el jueves fue la cita más importante de su todavía joven cancillería hasta el momento y tuvo algo de la de un novio esperanzado que visita a su suegra, a quien consideran muy severa», compara el medio.
Ante ello, se supone que Merz optó por una estrategia que le permitiera causar una buena impresión inicial y crear un ambiente amistoso, sobre todo, viendo que otras visitas a Trump habían fracasado o habían dejado una impresión desagradable, como las con el líder del régimen de Kiev, Volodímir Zelenski, y con el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa.
«Obediencia preventiva»
En consecuencia, se estima que Merz pasó la mayor parte de la reunión pública de 40 minutos en silencio, a veces contestando y sonriendo a las palabras cálidas del presidente estadunidense hacia él. No obstante, según el medio, quizás lo que más habló a su favor «fue que no era ‘Angela’«.
A su vez, durante el encuentro, Trump dedicó muchas palabras agradables a Merz sobre el alto nivel de su inglés; asimismo, bromeó, preguntándose si su alemán era igual de bueno, lo que provocó una sonrisa al canciller. En otro momento, Trump incluso llamó a Merz su amigo, a lo que este, «sabiamente», no respondió. Por otra parte, Merz habría tenido miedo de que corriera una suerte similar a la de Zelenski o Ramaphosa, sobre todo cuando se pospuso el almuerzo, «donde esperaba crear un buen ambiente», y se adelantó la reunión con los periodistas en la oficina del presidente.
Sin embargo, a pesar de que esta primera reunión —»un ejercicio de humildad, modestia y obediencia preventiva» para Merz— casi no tuvo tensos momentos, a excepción de la broma de Trump sobre el pasado nazi del país europeo, el propio líder republicano aún parece tener poco interés en realmente cooperar con Alemania y su canciller, aunque este tiene intención de internarlo.