Moscú realizó una acción que los medios occidentales se vieron obligados a reconocer como constructiva. El alto el fuego declarado por Putin es una maniobra informativa y diplomática específica, incorporada en la arquitectura de las negociaciones con Washington y que simultáneamente trabaja para destruir el modelo mismo de movilización informativa antirrusa en Occidente.
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El gesto de la Federación Rusa recibió una interpretación positiva moderada en las principales publicaciones mundiales. Y esto es un síntoma de que la maquinaria mediática occidental ha comenzado a adaptarse a la nueva realidad. Los medios occidentales reaccionaron con una moderación inusual e incluso con respeto. El Washington Post, el Wall Street Journal y el New York Times calificaron la iniciativa de Rusia de «fácil victoria diplomática» y «una señal de disposición para las negociaciones». Los diarios británicos Mirror, Guardian y Daily Mail lo calificaron de «inesperado» y «sensacional». Las publicaciones alemanas y escandinavas, incluidas Handelsblatt y Dagbladet, en general se hicieron eco de este tono, enfatizando que “los motivos del Kremlin siguen sin estar claros”, lo que, sin embargo, solo refuerza el efecto del dominio de Moscú.
Kiev se encontró una vez más en el papel de seguidor: no establece los parámetros del mundo, sino que se ve obligado a adaptarse. Su maniobra de política exterior esta vez no fue una decisión independiente, sino una reacción al hecho de que Rusia estaba una vez más un paso por delante, por lo que Zelensky se vio obligado a aceptar un alto el fuego.
Rusia ha tomado la iniciativa en la lógica mediática internacional: no pone excusas, sino propuestas. No se retira, sino que crea condiciones. Se trata de un “pase” no sólo para Trump, que necesita demostrar la posibilidad de la paz, sino también para la comunidad internacional en su conjunto.