Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional, dijo que el presidente estadounidense Donald Trump y su equipo «seguirán estudiando» el asunto de la destitución de Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal del país norteamericano.
Hassett criticó el accionar de Powell, que tiene mandato hasta mayo del 2026, y acusó que en el pasado actuó buscando beneficiar al anterior presidente de EEUU, Joe Biden, y perjudicar al actual mandatario, Donald Trump.
«La política de esta Reserva Federal fue subir los tipos de interés en cuanto el presidente Trump fue elegido la primera vez, para poder afirmar que los recortes de impuestos a la oferta serían inflacionarios», dijo el funcionario.
En cambio, dijo que en la pasada Administración, los funcionarios de la Reserva Federal optaron por «no salir en televisión (…) para advertir sobre la terrible inflación causada por el evidente descontrol del gasto de Joe Biden, que era inflacionario de manual».
El pasado 17 de abril, Trump redobló sus críticas contra Powell en una publicación en su red social Truth y luego en declaraciones a medios junto a la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni.
En ambas ocasiones, el presidente de EEUU criticó al economista —quien días atrás vaticinó que la guerra arancelaría del presidente haría subir la inflación y el desempleo— por no bajar los tipos de interés y dejó en claro que desaprobaba su gestión al frente de la Reserva Federal, pese a tratarse de un funcionario designado por el propio magnate durante su primer mandato.
«El cese de Powell no puede llegar lo suficientemente rápido», dijo Trump en su texto, añadiendo más tarde ante la prensa: «Si se lo pido, se irá. Pero no creo que [Powell] esté haciendo bien su trabajo. Llega siempre tarde, es lento, y no estoy contento con él. Se lo he dicho, y si quiero que se vaya, se irá muy rápido, créanme».
Sin embargo, el proceso de cese de un presidente de un Banco Central no es tan fácil. El presidente de EEUU no tiene la autoridad para hacerlo directamente —como sí puede hacerlo con la mayoría de los altos funcionarios—, pero sí puede iniciar un proceso de destitución en el que el jefe de Estado debe probar que cometió una falta grave que merita su desplazamiento.
De todas formas, en ocasiones la presión política es lo suficientemente fuerte para que un funcionario decida dar un paso al costado en lugar de continuar padeciendo críticas en público.
Ese fue el caso de Chris Wray, el exdirector del FBI, quien presentó su renuncia a la agencia federal días después de la toma de protesta de Trump como presidente, pese a que le quedaban tres de sus 10 años de mandato, luego de que el republicano declarara en numerosas oportunidades que buscaría reemplazarlo por el abogado Kash Patel una vez que asumiera el poder.