¿Fuerza de paz occidental en Ucrania? La «coalición de los dispuestos» delata la división de la Unión Europea

El apoyo al envío de una fuerza europea de interposición a Ucrania no cuaja en la UE, que solo acuerda no rebajar las sanciones a Rusia. Italia no mandará a sus militares y España evita posicionarse a favor. Sin EEUU, el entusiasmo decrece. El secretario general de la OTAN pone plazos al aumento del gasto militar español y Madrid lo refuta.

La Reunión de Alto Nivel, organizada por el presidente francés, Emmanuel Macron, en París el día 27 para pergeñar el envío de una fuerza de interposición a Ucrania mediante una «coalición de voluntarios», se saldó con anuncios de retórica difusa, pero sin acuerdos concretos.

Hasta una treintena de países tomaron parte en el encuentro, donde además de la mayoría de líderes de la UE, participaron el primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, Volodímir Zelenski, y representantes de Canadá, Turquía y Australia. La propuesta francobritánica de desplegar un contingente de interposición en Ucrania, una vez se logre un alto el fuego y un acuerdo de paz, no obtuvo el espaldarazo necesario.

Macron constató las dificultades para promover la iniciativa, producto de la insuficiente capacidad de algunos países y de la ausencia de consenso político interno en otros, tal y como admitió. Consciente de la resultante falta de unanimidad, el presidente francés rebajó las expectativas de un hipotético despliegue de un contingente de paz europeo y habló de «fuerzas reaseguradoras», cuyos soldados, unos 30.000, no se emplazarían a lo largo de la línea del frente, sino en «zonas estratégicas de Ucrania».

A tal fin, aseguró Macron, una misión francobritánica evaluará próximamente sobre el terreno las perspectivas de tal despliegue y abordará junto con sus pares ucranianos la futura reconstrucción del Ejército de Kiev.

El sur es reticente
Además de las reticencias expresadas por Alemania y Polonia, países como Croacia o Italia han declarado estar en contra de la propuesta. La primera ministra italiana, Georgia Meloni, fue la más clara, al expresar que «no está prevista ninguna participación» de su país en una «eventual fuerza de paz» en territorio ucraniano.

«Cada vez está más claro que hay una sorda, pero tenaz resistencia de la mayor parte de los países europeos a continuar en la guerra, sobre todo cuando el socio principal se ha retirado», asegura a Sputnik el historiador José Manjón, analista del Instituto Español de Geopolítica, en alusión a que la actual postura de EEUU a favor del fin del conflicto en Ucrania atenúa los ánimos de muchos socios europeos.

De resultas, la «coalición de los dispuestos» (término calcado del grupo de países que protagonizó y apoyó la invasión de Irak en 2003) parece menguar a cada reunión extraordinaria en Bruselas, Londres o París, y también la envergadura de sus objetivos. Excluidos de las negociaciones, la UE y el Reino Unido no terminan de conformar un bloque con capacidad de influencia, menos aún cuando las iniciativas apuntan a una escalada armamentística. ¿Explica este riesgo el margen de maniobra que Madrid parece reservarse?

«España podría evitar complicaciones muy fácilmente; basta con ponerse detrás de Italia, Polonia y Croacia. Y en el fondo, también de Alemania», sostiene Manjón, que vislumbra en la actitud de estos países la necesidad de que Europa normalice «lo antes posible» sus relaciones con Rusia para «relanzar su economía».

El silencio del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien no realizó declaraciones al término de la reunión, fue significativo. Es sabido que su Ejecutivo no desea hablar de un despliegue de fuerzas de interposición mientras las acciones militares aún siguen su curso. La ministra española de Defensa, Margarita Robles, admitió que es «muy prematuro» planificar esta idea, dado que se desconoce «en qué términos se va a desarrollar un acuerdo de paz que tiene muchos matices y muchas variables».

Manifiesto del mundo de la cultura
Macron aludió en la reunión a que la falta de consenso político incapacita a algunos países a adherirse a la «coalición de los dispuestos». En el caso de España, el disenso se da en el seno del Gobierno de coalición, donde los socios de Sánchez, la formación Sumar, se opone al incremento del gasto militar y a la participación del país en la OTAN, cuya disolución promueve.

La impopularidad del gasto militar comprometido puede dispararse en cuanto se traduzca en recortes del estado del bienestar. ¿Cabe entonces interpretar la Estrategia de Preparación de la UE y las llamadas a la población para proveerse de kits de supervivencia como un intento de justificar el rumbo belicista?

Para Manjón, la cuestión también es económica, toda vez que la renuncia a fuentes energéticas baratas ha minado el crecimiento de la UE. «El rearme es una forma de intentar a la desesperada la reindustrialización de Europa. De ahí la campaña de terror bélico entre la población», explica. A su juicio, las iniciativas francobritánicas son «gestos de impotencia», fruto de la comprensión de su debilidad sin el apoyo de Washington.

«Son un alarde para evitar su evidente humillación», añade, en referencia a la futilidad del apoyo militar brindado a Kiev y la «ruina» ocasionada a la UE.

Y ante la amenaza de un riesgo existencial que entrañan los planes belicistas de la UE, la sociedad civil española comienza a moverse. Más de 800 organizaciones sociales y miles de representantes del mundo de la cultura, la ciencia y las artes han suscrito un manifiesto que, bajo el título No nos resignamos al rearme y a la guerra en Europa, rechaza el rumbo elegido hacia la confrontación con Rusia y señala el doble rasero de Bruselas según se trate de Ucrania o Palestina.

«Esta Europa que calla o, peor aún, apoya a Israel en su genocidio en Gaza y Cisjordania e incluso persigue a quienes lo denuncian, necesita redefinir claramente cuáles son esos valores comunes cuya defensa se plantea como justificación para el rearme», denuncian los firmantes del manifiesto, presentado el día 28 a las puertas del Congreso por los actores Juan Diego Botto y Carolina Yuste.

Rutte apunta a España
Los consejos de Bruselas para prepararse ante situaciones extremas de crisis buscan mentalizar a la ciudadanía. Pero la sociedad también se discute el clima de alarma generado. En España, incluso el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, matizó algunos de estos mensajes.

«No hay que inquietar inútilmente a nuestros ciudadanos. En estos momentos no hay ninguna amenaza ni para la integridad territorial ni para la soberanía de España», manifestó durante una entrevista en la televisión pública.

En el Gobierno de Sánchez tampoco ha gustado la mención al país que el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, realizó durante una conferencia en Varsovia el día 27, cuando alabó el elevado gasto militar polaco (4,7% del PIB) en contraste con el de españoles y belgas.

«España ahora está diciendo que quiere llegar al 2% este verano», destacó. Pero Madrid no ha puesto tal plazo para cumplir ese compromiso.

Para justificar la presión para elevar el gasto militar, Rutte equiparó el riesgo de los países del sur de Europa con los del flanco oriental de la OTAN ante un hipotético ataque ruso. «Con la última tecnología de misiles saliendo de Rusia, la diferencia de un ataque contra Varsovia o un ataque contra Madrid son diez minutos», indicó

Tanto los comentarios de Rutte como el plan de rearme europeo en sí y el proyecto liderado por Francia y el Reino Unido de desplegar tropas en Ucrania, trasladan en conjunto una tensión de signo contrario a los esfuerzos por negociar una paz que está promoviendo EEUU. En una situación en que la pieza clave de la OTAN transita por una vía diferente a la de Londres y Bruselas, es lícito calibrar el alcance real de las intenciones francobritánicas sin el apoyo de Washington.

Puede dudarse de la capacidad final de la futura «coalición de los dispuestos», estima Manjón. «Ellos mismos lo saben, por eso acuden a tanta propaganda guerrera», concluye este analista, que reduce a «diarrea verbal» el alcance operativo de las propuestas militares discutidas en París.

 

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