La justicia mexicana demostró que mintieron para tratar de culpar a las víctimas.
Cuatro militares mexicanos fueron condenados a penas de 40 años y nueve meses de prisión por haber ejecutado extrajudicialmente a cinco jóvenes en una masacre ocurrida en 2023 en Nuevo Laredo (Tamaulipas).
El portal Sin Embargo reportó que Raymundo Ramos Vázquez, presidente del Comité de Derechos Humanos de Tamaulipas, confirmó ante la prensa las penas ordenadas por un Tribunal de Enjuiciamiento en contra de los soldados Juan Carlos Gámez Mendoza, Agustín Cornelio Sánchez Reyes, Bernardo Reyes Sánchez y Jorge Nicolás López.
Los efectivos, que fueron detenidos hace dos años, todavía permanecen en el Campo Militar número 1, ubicado en la Ciudad de México, por haber asesinado a los mexicanos Gustavo Pérez Beriles, Wilberto Mata Estrada, Jonathan Aguilar Sánchez y Alejandro Trujillo Rocha; y al estadounidense Gustavo Ángel Suárez Castillo.
La sentencia también obliga a que una autoridad militar les ofrezca una disculpa pública a los familiares de las víctimas, tanto por haberlas matado como porque quisieron hacer creer ante la justicia que se trataba de narcotraficantes.
El fallo sienta un importante precedente para los delitos cometidos en México por los militares, a los que muchas veces se les acusa de manipular escenas para culpar a las víctimas.
¿Qué pasó?
La madrugada del 26 de febrero de 2023, un comando militar disparó en contra de un vehículo tipo ‘pick up’ con siete individuos a bordo, quienes aparentemente se trasladaban a exceso de velocidad, con las luces apagadas y sin placas.
Como resultado de la ráfaga en su contra, cinco jóvenes murieron, uno resultó herido y uno más escapó ileso. De inmediato, y como han hecho en otros casos de ejecuciones extrajudiciales, los militares hicieron trascender ante los medios de comunicación que las víctimas pertenecían al Cártel del Noreste, lo que fue desmentido con el correr de las semanas, ya que en realidad solo se trataba de un grupo de amigos que habían salido a divertirse a una discoteca.
También se demostró que los militares remataron a algunos de los jóvenes con disparos en la nuca, cuando ya estaban tirados en el suelo, y que no había armas en el vehículo, lo que tiró la versión de que se había llevado a cabo un enfrentamiento.
Entre los indicios, destacó el hecho de que ningún militar resultó lesionado por disparos. Sus vehículos tampoco tenían huella de haber sido atacados. Los siete jóvenes, por su parte, recibieron una ráfaga de más de 100 balas.