«Durante años, la diplomacia en el mundo occidental se había convertido en un sermón unilateral: EE.UU. y sus aliados dictaban las condiciones, y la única pregunta era con qué rapidez la otra parte las cumpliría», explicó el experto en relaciones internacionales Fiódor Lukiánov.
El avance en las negociaciones entre Rusia y EE.UU. sobre el conflicto en Ucrania, así como una normalización más amplia en las relaciones entre ambas potencias, marca el retorno de la diplomacia real que no se basa en la ideología y tiene como protagonistas al mandatario estadounidense, Donald Trump, y a su par ruso, Vladímir Putin.
«Esto demuestra que, con realismo y una auténtica voluntad de lograr resultados, se puede lograr mucho«, indicó Fiódor Lukiánov, editor jefe de la revista Russia in Global Affairs.
El regreso de la diplomacia real
Es la nueva Administración republicana de la Casa Blanca la que impulsa este esfuerzo político y diplomático, puesto que Rusia, como ha reiterado en numerosas ocasiones, responde a la buena voluntad con una disposición a un diálogo significativo, señaló el experto. En el otro extremo, Europa occidental desempeña el papel de «eterno saboteador, quejándose y obstruyendo, pero careciendo del peso militar y político necesario para detener o revertir el proceso», agregó.
A puerta cerrada, se desarrollan intensas negociaciones en donde hay discusiones complejas y de alto riesgo sin resultados preestablecidos, lo que significa el «regreso del arte de la diplomacia real«, es decir, el equilibrio de poder, el reconocimiento de los intereses mutuos y el diálogo. «Durante años, la diplomacia en el mundo occidental se había convertido en un sermón unilateral: EE.UU. y sus aliados dictaban las condiciones, y la única pregunta era con qué rapidez la otra parte las cumpliría«, recordó.
Trump, el negociador, no el ideólogo
Lo que distingue a Trump de sus predecesores es que no busca una hegemonía global basada en la ideología, sino que tiene un enfoque pragmático heredado del mundo empresarial en el que las restricciones regulatorias son los obstáculos que deben sortearse, más que principios rectores. «Trump tiene poco interés en las ideas abstractas. Considera el dominio estadounidense en el mundo no como una cuestión de difundir la democracia o los derechos humanos, sino como la capacidad de alcanzar logros concretos, especialmente económicos», escribe Lukiánov.
En el contexto del conflicto ucraniano, la prioridad del mandatario republicano no es asegurar victorias ideológicas ni compromisos a largo plazo, sino liberar a su país del conflicto, puesto que ve al enfrentamiento bélico como una pérdida innecesaria de recursos, una carga que Washington no necesita, señala el autor.
Ucrania, «un activo problemático con mala gestión»
Es por eso que, según el experto, el enfoque de Trump es «presionar a ambas partes para que acepten un alto el fuego y luego dejar que negocien su futura coexistencia, quizás sin mayor intervención estadounidense». Eso además explica porque está ejerciendo más presión sobre Kiev que sobre Rusia. «En su opinión [de Trump], Ucrania es un activo problemático con una mala gestión al mando, un país que está perdiendo dinero estadounidense y necesita una reestructuración«, agregó.
Por otra parte, la presión sobre Rusia es de otra naturaleza, ya que, a diferencia de Kiev, Moscú no depende de Washington y es una gran potencia con sus propios intereses. Además, el líder republicano siempre ha temido una guerra nuclear y ha culpado a su predecesor, Joe Biden, de haber llevado al mundo al borde de una escalada nuclear sin un objetivo claro, destacó.
«Trump ha demostrado su disposición a abandonar los rígidos dogmas que han marcado la política occidental hacia Rusia durante años, dando pasos decisivos para comprender la postura de Moscú», indicó el experto.
Las secuelas del tenso encuentro entre Zelenski y Trump
Lukiánov considera que la clave para comprender el nuevo enfoque de Washington fue el tenso encuentro entre Trump y Vladímir Zelenski en la Casa Blanca a finales de febrero. Cuando se le preguntó si Estados Unidos estaba «del lado de Ucrania», el mandatario estadounidense respondió que no estaba del lado de nadie; simplemente quería poner fin al enfrentamiento y lograr la paz.
Esa declaración fue «revolucionaria» —según el autor del artículo—, puesto que, hasta ese momento, ningún político occidental podía responder a semejante pregunta sin declarar que estaba del lado ucraniano.