Recientemente, la agencia Bloomberg informó que varios actores de la industria del Este de Alemania desean que una vez que acabe el conflicto ucraniano se reanuden los flujos de gas ruso a Europa, interrumpidos a causa de las sanciones impuestas a Moscú. Con lo que no contaban, es con que EEUU quiere robarles la cartera.
Arrepentimiento alemán frente a pragmatismo de EEUU
Bloomberg afirma que Europa ha pasado «tres dolorosos años» negándose al gas proveniente de Rusia, con el mayor impacto sentido en Alemania, detallando que los altos precios de la energía han frenado el crecimiento de este país y obligado a algunos fabricantes a trasladar la producción al extranjero.
«Si se logra la paz, naturalmente hay que asegurarse de que también se reparen los demás daños causados por este conflicto», declaró Christoph Gunther, director del parque químico de Leuna, uno de los mayores centros industriales químicos de Alemania, al indicar que volver a las entregas de gas ruso «sería la consecuencia lógica».
Posteriormente, Bild informó que el enviado del presidente, Donald Trump, para misiones especiales de EEUU, Richard Grenell, ha estado llevando a cabo durante varias semanas «negociaciones secretas» en Suiza sobre la reanudación del funcionamiento del gasoducto para transportar gas ruso a Alemania.
De acuerdo al medio alemán, el supuesto plan del reinicio de operaciones del gasoducto incluiría un «contrato de suministro, en el que EEUU actuaría como intermediario» para transportar el gas ruso al suelo alemán. Así, «los estadounidenses regularían el suministro de gas a Alemania y ganarían dinero al mismo tiempo», indica el periódico.
Ante esta posible realidad, en el Gobierno alemán creen que un acuerdo ruso-estadounidense es «un escenario realista». «Actualmente, se están estudiando intensamente las palancas de que dispone Alemania para impedir la reanudación del Nord Stream 2», indica un artículo del mismo medio alemán.
«Creo que parte de esta situación tan negativa que enfrenta Alemania es de su propia irresponsabilidad, ellos tuvieron mucho que ver en este tema, como que no hayan movido un dedo para evitar que volaran el Nord Stream. Que no hayan hecho prácticamente nada, pues ahora los tiene en esa situación», indica el exdiplomático y profesor de la UNAM Héctor Lerín.
El analista apunta que Alemania «no quería depender del gas ruso, pero ahora van a depender de las ventas que ya les han venido haciendo y que ya se vio que son costosísimas». «[…] Esto augura que no la va a tener tan fácil el sector automotriz o el sector químico de Alemania, y en general, el pueblo alemán. Se vienen días muy difíciles para ellos, en particular, para Alemania, y también para Europa», concluye Lerín.