El vicepresidente de EE.UU. denunció este viernes en la Conferencia de Múnich que la anulación de las elecciones en Rumanía demuestra que Bruselas «tiene miedo de sus propios votantes».
«El aquelarre antirruso de Múnich quedó visiblemente alarmado por el discurso provocador» del vicepresidente estadounidense, James D. Vance, sobre el estado de la democracia en la UE, pero los europeos «se tragarán con odio esa humillante regañina», expresó este sábado el expresidente y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev.
«Hay que admitir que [Vance] dejó a todos boquiabiertos. Todo el mundo esperaba escuchar las habituales reverencias de la asociación a Europa y comentarios sobre las palabras de Donald Trump sobre el fin del conflicto ucraniano», escribió Medvédev en sus redes sociales.
«Pero actuó y reprendió duramente a los europeos que se habían perdido por completo en los últimos años: ‘su democracia es débil, sus elecciones son una basura, sus normas que violan la moral humana normal son una mierda. ¡Tampoco hay libertad de expresión!'», enumeró.
El expresidente añadió que los europeos «se lo habrían recordado si no fuera el jefe estadounidense». «Pero, tal y como están las cosas, le perdonarán y tragarán con odio esa humillante regañina que recibieron del socio mayor», ironizó Medvédev, que calificó a Vance de «tipo valiente«, pese a que se trata de un «vicepresidente sin experiencia.
«Además, dijo la verdad. Dijo exactamente lo que vale la Europa moderna«, agregó. Según él, Rusia incluso puede añadir más puntos a su discurso. «La Europa actual dentro de las fronteras de la UE es una vieja malvada y enfermiza que intenta disfrazarse de belleza joven y espectacular. El tiempo de esa Europa ha pasado irremediablemente. Es realmente débil, poco atractiva y prácticamente innecesaria para todo el mundo excepto para sí misma», concluyó el alto funcionario.
- El vicepresidente estadounidense cuestionó este viernes el estado de la democracia europea en su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich, denunciando, en particular, que la anulación de las elecciones en Rumanía demuestra que el bloque «tiene miedo de sus propios votantes«. En este sentido, sugirió que, según parece, a los líderes europeos «simplemente no les gusta la idea de que alguien con un punto de vista alternativo pueda expresar una opinión diferente».