Residentes de una localidad liberada cuentan cómo fueron maltratados por las fuerzas de Kiev

Las tropas del régimen ucraniano mataban a civiles e incendiaban sus casas si se negaban a marcharse y trasladarse a zonas bajo control de las autoridades de Kiev.

Las Fuerzas Armadas de Rusia liberaron este mes Kurájovo y otras localidades cercanas clave en la República Popular de Donetsk. RT visitó la zona y habló con los residentes del pueblo de Ilíinka, que contaron cómo fueron maltratados por las tropas ucranianas.

Un comandante de un grupo de asalto ruso, que liberó la ciudad, contó cómo los soldados expulsaron a las fuerzas enemigas de la localidad.

«Teníamos pequeños grupos, los nuestros estaban en diferentes lugares, entrando, moviéndose, fortaleciendo las posiciones, todas las posiciones las consolidábamos nosotros por completo. Nos movimos de casa en casa, de calle en calle», recordó.

En los asentamientos recientemente liberados, que se encuentran cerca de Kurájovo, no se oyen ni los sonidos de disparos ni el estallido de obuses, ya que todos los combates han terminado. No obstante, las consecuencias de las hostilidades aún son visibles. Los militares ucranianos utilizan la táctica de tierra quemada, mientras que las fuerzas rusas ayudan a los civiles a reconstruir sus casas destruidas.

Testimonio de residentes

Alexánder Faguin, residente de Ilíinka, aseveró que su vecino fue asesinado por los soldados del régimen de Kiev cuando no les permitió llevarse su coche. Entonces, los militares ucranianos se llevaron su auto y sus pertenencias y luego quemaron su casa. El mismo Alexánder también se negó a abandonar su vivienda y milagrosamente logró salvar la vida.

«Los ucranianos, malditos, vinieron por la noche. No les dejamos entrar. Pero no preguntaron. Tiraron sus maletas, ‘estaremos aquí’, dijeron. Me puse a llorar. Uno de ellos llamó al comandante, dijo que aquí vivían las abuelas, y le contestaron que nos encerrara en el cuarto de atrás. Y yo, yo veo lo que está pasando, digo ‘ve tú mismo’. Les oí decir ‘dispara’. Y pues me agarró así. Me echó de la casa. ‘Al menos déjame tomar mi medicina’, le dije. Pero en vano», contó otra residente de Ilíinka, Álla Rádchenko, de 80 años. La casa de Álla también fue quemada por los ucranianos, que no permitieron a la anciana llevarse siquiera sus medicinas, gafas y teléfono.

Así, los testimonios de civiles de las zonas liberadas revelan el trato brutal de los militares ucranianos, simplemente porque los residentes se negaron a abandonar sus hogares y trasladarse a zonas que están bajo el control de las autoridades ucranianas. En Ilíinka solo quedaron cinco familias, que quieren seguir viviendo en sus casas a la espera de una vida mejor formando parte de Rusia.

 

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