Occidente pide más: consecuencias y riesgos de escalar el gasto en defensa de los países de la OTAN

La OTAN, el servicio exterior de la UE, varios países miembros y el propio Donald Trump piden incrementar el gasto militar en Europa más allá del 2% del PIB. Pero la presión no es nueva.
¿Es un fin realista? También hay una «correlación» entre la escalada presupuestaria y el constante auge del mundo alternativo liderado por el grupo BRICS+.

Un discurso a varias bandas recorre el eje euroatlántico con el mismo mensaje: la necesidad de aumentar los presupuestos de defensa de los países miembros, aun cuando todavía hay ocho países de la OTAN que no llegan a la meta acordada del 2% respecto al PIB nacional.

Un día es el secretario general de la alianza atlántica, Mark Rutte, quien pide elevar al 3% el gasto militar a costa del gasto social. Otro son Suecia, Grecia, Italia y Finlandia, que en el marco de una minicumbre el 22 de diciembre en este último país, auspiciada por la alta representante de la UE, Kaja Kallas, acordaron la necesidad de tomar «decisiones importantes» en 2025 para gastar más del 2%. En esa reunión, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, fue más allá y afirmó que tal cifra «probablemente, ya es historia». Y todo en un contexto donde Trump aboga por que los miembros europeos alcancen el 5%.

De los 32 países miembros de la OTAN, hay ocho cuyos presupuestos nacionales de Defensa son inferiores al 2%, porcentaje comprometido desde la cumbre de la alianza en 2014 en Gales y subrayado en la de 2022 en Madrid. España, con una inversión del 1,28% de su PIB confirmada en la cumbre de Washington en 2024, es uno de esos países. Solo Bélgica, Eslovenia y Luxemburgo dedican partidas menores.

La nueva meta de gasto puede quedar sellada en julio, durante la próxima cumbre de la OTAN en La Haya. Pero cabe preguntarse si es factible tal incremento cuando varios países aún no han llegado a la cota del 2%.

En el caso de España, además, la cuestión se agrava por cuanto el Gobierno de Pedro Sánchez no ha logrado aprobar los presupuestos generales del Estado para 2025. Las discrepancias en torno al llamado «impuesto energético» no le granjeó los apoyos de dos de sus socios de investidura, los nacionalistas vascos del PNV y los independentistas catalanes de Junts.

De resultas, los presupuestos de 2025 volverán a ser los mismos de 2023. Es decir, no contemplan un aumento del gasto militar. «Pero serán unos presupuestos propios, no es nada terrible», explica a Sputnik una fuente en el PSOE de la Comunidad de Madrid, en alusión a que Sánchez, luego de acceder al poder en 2018 mediante una moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy (PP), no solo «heredó» los presupuestos de su Ejecutivo, sino que incluso tuvo que prorrogarlos dos veces: para 2019 y para 2020.

«La clave ahora es aguantar sin tener que convocar elecciones generales, hay gastos adicionales que se podrán meter por la vía extraordinaria», asegura la fuente.

Pero precisamente esa vía extraordinaria es un factor de distorsión para el cómputo presupuestario, pues hace que, en la práctica, el gasto militar sea muy superior al originalmente concebido.

«La técnica es muy simple: se añaden gastos extraordinarios al gasto presupuestado. El Gobierno oculta así el gasto militar, se hacía con el PP y el PSOE no lo cambió, sino todo lo contrario», asegura a Sputnik el politólogo y exparlamentario por Unidas Podemos Manuel Monereo, presente durante tres años en la Comisión de Defensa en el Congreso de los Diputados. «Solo de esta forma, en 2024 ya se han gastado más de 14.000 millones de euros», añade.

El gasto real
El problema para España y el resto de países que teóricamente aún no gastan el 2% de su PIB en defensa, consiste en que esa cifra ya es considerada en el seno de la OTAN como el «suelo» del gasto y no su «techo». En la cumbre de Washington, Pedro Sánchez asumió el «compromiso claro» de alcanzar esa cota en 2029. Tal propósito queda ahora desfasado.

No obstante, los cálculos de organizaciones independientes arrojan que España ya alcanzó e incluso rebasó la cifra del 2% en 2023. Según un análisis conjunto del Centro Delas de Estudios por la Paz de Barcelona y el International Peace Bureau (IPB), el gasto militar alcanzó los 28.591,81 millones de euros, luego de añadir al presupuesto consolidado del Ministerio de Defensa (el inicial de 16.877,4 millones más los incrementos extraordinarios) el resto de gastos militares repartidos y camuflados en otros ministerios.

En perspectiva, el Ejecutivo español ya adujo en verano que los gastos en defensa aumentan a razón de un 10% anual desde 2016 y que España «cumple por encima del porcentaje del 20% de inversión en nuevos sistemas, dedicando el 30,3% a equipos de envergadura y a I+D», al margen de mantener a 1.945 militares desplegados en misiones de la OTAN.

En comparación, el gasto militar declarado de las grandes economías de la UE, Alemania y Francia, apenas supera la cota del 2% (2,06% y 2,12%, respectivamente)

Trump pide más
Pese a que aún no ha asumido el cargo de nuevo presidente de los EEUU, Donald Trump igualmente manda mensajes claros: los europeos deben asumir el compromiso de llegar al 5% del gasto en defensa, pues bajo su dirección, EEUU no desea «sufragar» el presupuesto de la OTAN. La misiva es un desafío.

Pero las exhortaciones de Trump se producen en paralelo a sus amenazas al grupo de países BRICS+. En concreto, en relación con sus deseos de desdolarizar sus economías. ¿Cabe temer que la escalada presupuestaria en materia de defensa termine por poner a los BRICS+ como objetivo tanto de la OTAN como de la UE?
«Hay una correlación entre el crecimiento de los presupuestos de defensa de los países de la OTAN y el mundo alternativo liderado por los BRICS», asegura el sociólogo y autor Aníbal Garzón, que explica a Sputnik que Trump simplemente «añade presión» a un clima de exigencias iniciado por Barack Obama en 2014.

«Y esta escalada es paralela al crecimiento cualitativo y cuantitativo de los BRICS+. Porque, como se dijo en la cumbre de Madrid, gran parte del presupuesto de la OTAN apunta a países de este grupo: Rusia, que calificaron de amenaza; y China, a la que describieron como desafío», afirma Garzón, autor del ensayo BRICS: la transición hacia un orden mundial alternativo.

La OTAN y el Occidente colectivo recelan del fortalecimiento de la cooperación sur-sur que representa el orden de relaciones internacionales y geoeconómicas impulsado por los BRICS+. «Y esto a pesar de que no son un bloque militar», lamenta Garzón. «Pero Occidente ve amenazada su hegemonía, de ahí la apuesta de EEUU por la militarización de la UE y que esta vaya como un peón al choque con Rusia y China».

Para llegar a tal extremo, el moldeamiento de la información ha sido clave. Al mismo tiempo, la negación del derecho a acceder a información veraz en aras de favorecer intereses políticos y corporativos, ha provocado un deterioro democrático en los países del Occidente colectivo.

«Porque se alimentan narrativas que hablan de un peligro que viene de un sur global (…)», afirma Pere Ortega, investigador del Centro Delas de Estudios por la Paz de Barcelona.

¿Hacia la confrontación?
Con Trump, estima Garzón, una OTAN con mayor dotación presupuestaria «será preocupante» y puede abonar el terreno para crear situaciones de confrontación «directa o indirecta» en cuatro áreas de «desestabilización»: Rusia, Oriente Medio, China y América Latina.

A su juicio, el historial de esta organización no invita al optimismo. «Acumula crímenes de guerra en las últimas décadas, no ha tenido límites. Por ejemplo, en Yugoslavia, Libia y Afganistán», subraya. Y a pesar de tal historial, la UE «apuesta por las políticas de militarización de la OTAN en vez de por la convivencia con otros países».

«La otanización de Europa al servicio de EEUU en detrimento de la soberanía nacional acaba generando conflictos entre la UE y China. Y también disputas internas (…)», concluye Garzón.

 

 

 

 

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