La producción familiar de piñatas se convierte en tradición de 4 generaciones mexicanas

Cada piñata es un diseño exclusivo que se hace a mano y, aunque parezca sencillo, puede requerir desde algunas horas hasta días de elaboración.

En México, a las fiestas decembrinas previas a la navidad se les conoce como Posadas y en ellas la gran protagonista es la piñata de estrellas o picos, que representa los pecados capitales. Se trata de una vasija que puede ser de cartón o barro, adornada con papeles de colores, la cual se rellena de frutas y dulces y luego, durante la celebración, se rompe con un palo para gran disfrute de los niños.

La corresponsal de RT Pamela Quibec conversó con la familia Ortiz Sacarías, de la localidad de Acolman, que durante cuatro generaciones ha mantenido su propio centro de producción de piñatas. «(El negocio) nació porque tuvo la iniciativa mis bisabuelos, luego mis abuelos, mi madre y ahora su servidora. Ha sido un oficio prácticamente de generación en generación», comentó la artesana y dueña del taller Franlu, María de Lourdes Ortiz Zacarías.

Aunque los últimos tres meses del año son los de mayor elaboración, se trabaja allí de enero a diciembre. En el taller laboran entre 5 y 10 personas. Las cerca de 25.000 piezas que elaboran anualmente van a dar tanto al mercado nacional como al extranjero. «Afortunadamente hemos tenido la oportunidad de trascender a otros países, como EE.UU., Francia, España incluso. Es muy padre saber que estamos en otros países con esa presencia, y sobre todo que admiren la artesanía mexicana», dijo María de Lourdes Ortiz Zacarías.

Cada piñata es un diseño exclusivo que se hace a mano, usando cartón, engrudo, papel maché de colores e imaginación. Y aunque parezca sencillo, su elaboración puede exigir desde algunas horas hasta días completos. «No vendo el papel, sino que vendo la creatividad, la imaginación y sobre todo el trabajo que conlleva esto y la esencia que ponemos en cada una de nuestras piezas», señaló la artesana.

Así, la piñata es un elemento central en las Posadas y, además, un elemento distintivo del folklor, el colorido, la alegría y la unidad de las familias mexicanas.

 

 

 

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