Expertos entrevistados por Sputnik afirman que Moscú y Pekín invierten en diplomacia cultural y demuestran que los BRICS van mucho más allá de la economía. Subrayan que la difusión de la cultura tiene como objetivo disipar las ideas preconcebidas negativas que Occidente transmite sobre los países BRICS, especialmente Rusia y China.
Los BRICS representan el 35% del producto interno bruto (PIB) mundial, pero el grupo no se limita a la influencia económica. En los últimos años, se ha convertido en un importante catalizador de intercambios culturales y diplomáticos. En este sentido, Rusia y China destacan, respectivamente, a través de los Institutos Pushkin y Confucio, que proliferan por todo el mundo, incluido Brasil, promoviendo el aprendizaje de las lenguas y culturas rusa y china, sirviendo de plataformas para el diálogo intercultural y la cooperación académica, contribuyendo a un entendimiento mutuo más profundo.
Los analistas destacan la importancia de la llamada diplomacia cultural y explican cómo Rusia y China, dos potencias BRICS, difunden sus culturas por el mundo.
Henrique Domingues, subdirector del Foro Internacional de Municipios BRICS, afirma que el grupo está preocupado por muchas cosas más allá de la economía, ya que la cultura y otros dispositivos de poder blando también juegan un papel importante en la proximidad internacional entre países.
«Así que los BRICS tienen que preocuparse por cuestiones que van más allá de la simple agenda económica (…) Las declaraciones de las cumbres de los BRICS, firmadas por los presidentes de los países [del grupo], también señalan pautas para el desarrollo de las relaciones entre los países en los más diversos campos, no solo en el económico», afirma.
Domingues subraya que la difusión de la cultura tiene como objetivo disipar las ideas preconcebidas negativas que Occidente difunde sobre los países BRICS, especialmente Rusia y China. Cuenta que estuvo en Rusia en 2017 para organizar el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes y que, apenas llegaron las delegaciones al país, sus integrantes quedaron asombrados.
«Porque en realidad todos esperaban algo completamente diferente. Y cuando llegaron allí, terminaron encontrando un país muy bien organizado, un país muy desarrollado y con gente dispuesta a recibir y ser amigable con todos los visitantes que pasan», resalta.
Domingues afirma que EEUU invierte en un poder blando agresivo, muy influyente y arraigado, que rodea la vida cotidiana de países alineados con elementos vinculados a la cultura americana, pero añade que Rusia se ha comprometido a popularizar su cultura y presentarla al resto del planeta, pero, a diferencia del país norteamericano, lo hace sin imposiciones.
«Creo que Rusia no tiene aspiraciones imperialistas como las que tiene Occidente cuando impone o presenta su cultura en otros países. Creo que Rusia tiene otras aspiraciones, que es simplemente presentar todas las bellezas que la cultura rusa ha desarrollado a lo largo de 1.000 años en los que se organizó la sociedad, el pueblo y la historia de la nación», destaca.
Valora que China, por el contrario, está invirtiendo en la popularización de su producción tecnológica, y que muchos productos chinos empiezan a consumirse de forma más natural en todo el mundo.
«Esta es una de las estrategias de poder blando de China. Así que creo que estos dos países han estado haciendo sus deberes», subraya.
Rusia juega un papel central en la historia de la humanidad
Fred Leite Siqueira Campos, profesor e investigador de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC) y coordinador del Grupo de Estudio sobre Rusia, destaca que con su historia milenaria, su riqueza y la resistencia de su gente, el país está en el centro de la comprensión de la humanidad.
Sin embargo, afirma que es precisamente esta importancia la que «suscita la envidia del mundo occidental», lo que lleva a la construcción de una narrativa anti-Rusia bastante sofisticada, a veces indirecta y subliminal. De ahí la importancia de que existan centros de la cultura rusa que sirvan de contrapunto.
«Es importante que la gente sepa que la humanidad (…) le debe mucho, muchísimo al pueblo ruso. La victoria contra la bestia nazi-fascista es un hecho que vale la pena destacar, y Rusia jugó un papel central en este proceso. A propósito, el año que viene se cumplirán 80 años de la victoria de la Gran Guerra Patria», afirma.
Destaca que en Brasil hay interés en aprender el idioma ruso «porque hay, a pesar de toda la propaganda, un número muy significativo de personas que admiran, que estudian Rusia», y agrega que en la universidad donde enseña hay un proyecto para la creación de un grupo BRICS, dedicado a difundir la cultura de los miembros del grupo.
«Aprender el idioma, la lengua nativa, es muy importante para cualquiera que quiera comprender una nación, sea cual sea. Por lo tanto, comprender mejor a Rusia es ciertamente más eficaz si se sabe estudiar, saber hablar y escribir en ruso», subraya.
En este contexto, afirma que los canales de redes sociales sirven como difusores de cultura, pero enfatiza que el hecho de que los propietarios de estas plataformas tengan nacionalidad y sus propios intereses estén influenciados por esto, lo que genera la necesidad de invertir en sus propias plataformas.
«A veces incluso bromeo con los estudiantes, intento hacer un contrapunto. Les digo: ‘En lugar de buscar en Google, busca también en Yandex’ (…). Rusia y China son capaces de desarrollar sus propias herramientas de redes sociales y difundirlas de manera más eficiente. Rusia lo hace con Telegram. Me parece muy interesante. China lo hace con TikTok», destaca el experto.