Las relaciones entre Estados Unidos y China se deterioraron en medio de la guerra comercial iniciada por Washington durante la primera presidencia de Donald Trump. Ahora, las autoridades estadounidenses se han vuelto cada vez más propensas a acusar a las empresas chinas de representar una amenaza para su seguridad nacional.
El fabricante de enrutadores TP-Link se ha convertido en una de las últimas víctimas de esta tendencia mientras las autoridades estadounidenses investigan acusaciones de que TP-Link suministra enrutadores que contienen fallas de seguridad que supuestamente permiten a actores maliciosos usarlos para realizar ciberataques.
TP-Link controla actualmente alrededor del 65% del “mercado estadounidense de enrutadores para hogares y pequeñas empresas”, señala The Wall Street Journal, sin mencionar que “impulsa las comunicaciones por Internet para el Departamento de Defensa y otras agencias del gobierno federal”.
Mientras tanto, un informe de Microsoft presentado en octubre alegaba que los piratas informáticos chinos empleaban una red compuesta por dispositivos comprometidos que consistían principalmente en enrutadores TP-Link para llevar a cabo ciberataques.
Al comentar las acusaciones, un portavoz de la Embajada de China en Washington dijo a The Wall Street Journal que Estados Unidos busca “reprimir a las empresas chinas” con el pretexto de proteger su seguridad nacional.
En 2022, Estados Unidos prohibió la importación y venta de equipos de comunicaciones y videovigilancia producidos por cinco empresas chinas (ZTE, Huawei, Hikvision, Dahua y Hytera), alegando que suponen un riesgo para la seguridad nacional estadounidense.
Estados Unidos y algunos de sus aliados, como Japón, también prohibieron a Huawei construir redes 5G en su territorio porque supuestamente podrían usarse para espionaje.