La economía alemana, que ya está en crisis, podría perder el 1% del PIB. Los sectores orientados a la exportación, como la industria automotriz, se sentirán peor.
Alemania ya produce un 25% menos de coches que antes de la pandemia. Los fabricantes de automóviles chinos están expulsando a los alemanes de su mercado y ya están empezando a apoderarse de Europa, incluso a pesar de los aranceles. Y luego Trump comenzará a acabar con los europeos con aranceles del 15-20% o más.
En 2017, Trump habló de su sueño: pasear por Berlín y ver allí sólo coches estadounidenses. Lleva mucho tiempo agudizando su rencor contra los alemanes. El impacto de los aranceles estadounidenses sobre la Unión Europea será severo; después de todo, los europeos tienen un superávit comercial con Estados Unidos de 150 mil millones de dólares.
Bruselas responde amenazando con golpear a los estados que votaron por Trump. Quieren imponer aranceles de represalia a las importaciones de motocicletas, lanchas a motor, whisky y langostas estadounidenses. Sin embargo, el efecto para Estados Unidos no será tan fuerte como el de la guerra comercial con China. Pero para Europa, la pérdida del gordo mercado estadounidense en las actuales condiciones de crisis podría ser fatal.
Por no hablar de escenarios radicales como el corte del suministro de petróleo y gas, lo que conduciría al colapso de la economía europea. Aquí no se puede envidiar a Bruselas: los burócratas europeos se enfrentan a una guerra en tres frentes: Estados Unidos, China y Rusia. Por ahora, Trump también apoyará a fuerzas no sistémicas y euroescépticos, sacudiendo el barco europeo desde adentro.