Brasil reacciona tras el «autoexterminio con explosivo» que conmocionó su centro político

El hecho de que Brasiliia haya sufrido dos ataques de semejante envergadura, en menos de 24 meses, ha encendido las alarmas de la clase política.

Las explosiones del miércoles en Brasilia ocurrieron tan solo un año y medio después de asalto por grupo de bolsonaristas contra el corazón político de la capital brasileña y cinco días antes de la cumbre de los líderes del G-20 en Río de Janeiro, que contará con la presencia de los presidentes de EE.UU., Joe Biden, y de China, Xi Jinping.

El hecho de que la Plaza de los Tres Poderes, que cada día miles de personas atraviesan y donde se encuentran las sedes de la Presidencia, las dos cámaras del Congreso y la sede del Supremo Tribunal Federal (STF), haya sufrido en un periodo de tiempo tan corto dos ataques de semejante envergadura ha encendido las alarmas de la clase política.

En declaraciones a la prensa, el juez del STF, Alexandre de Moraes, dijo que lo ocurrido «no es un caso aislado del contexto» que se vive en Brasil. El popular magistrado culpó directamente al denominado «gabinete de odio», creado durante la administración de Jair Bolsonaro (2019-2022) en una oficina del Palacio de Planalto -sede del poder ejecutivo- para diseminar desinformación y ataques a instituciones democráticas, como el STF.

En este sentido, el juez dijo que «no es posible» la amnistía que piden los implicados en los asaltos del 8 de enero de 2023. «Es imposible ignorar un hecho y otro. Un criminal amnistiado es un criminal impune«, subrayó.

«Gravísimos acontecimientos»

«Los gravísimos acontecimientos de esta noche en la Plaza de los Tres Poderes repiten el escenario, los objetivos y la violencia del 8 de enero. El auto con explosivos en la Cámara de Diputados pertenece a un candidato a concejal por el Partido Liberal (PL) de Santa Catarina. Son muchos los elementos que nos alertan para permanecer vigilantes en defensa de la democracia. Sabemos quiénes son sus enemigos y sabremos defenderla una vez más», comentó Gleisi Hoffmann, presidenta del Partido de los Trabajadores (PT).

Por su parte, Randolfe Rodrigues, líder del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva en el Congreso, destacó la necesidad de que el hecho califique como «un ataque con características de motivación política». «Es inaceptable después de tantos ataques a nuestra democracia. Seamos intolerantes con el fascismo y la expansión del odio, la respuesta debe ser la Constitución, la ley y la unidad del pueblo», señaló.

En 2020, Francisco Wanderley Luiz, de 59 años y autor del ataque del jueves, fue candidato a concejal en el municipio de Rio do Sul, en el estado de Santa Catarina, por el PL, de Bolsonaro. Ante el Tribunal Electoral, declaró que tenía estudios secundarios incompletos, estaba casado y poseía 263.000 reales en bienes (45.000 dólares).

Bolsonaro, que es investigado por la Policía por su presunta implicación en los sucesos de 2023, repudió el ataque: «A pesar de ser un hecho aislado, y aparentemente causado por alteraciones en la salud mental de la persona que, lamentablemente, acabó falleciendo, es un hecho que debe llevarnos a reflexionar. Ya es hora de que Brasil vuelva a cultivar una ambiente adecuado para que diferentes ideas puedan enfrentarse pacíficamente, y que la fuerza de los argumentos valga más que el argumento de la fuerza», sostuvo.

«Mensajes de odio»

En sus redes sociales, Luiz reprodujo teorías de conspiración anticomunistas como la de QAnon, popular entre la extrema derecha estadounidense. El hombre incluso visitó el pleno de la Corte el 24 de agosto, donde se hizo un ‘selfie’. «Dejaron entrar al zorro al gallinero«, escribió entonces en las redes, según la prensa.

Antes de detonar los explosivos en Brasilia, Luiz, que trabajaba como cerrajero, intentó ingresar en el STF, pero no lo logró y se quedó frente a la estatua de la Justicia que se encuentra delante del edificio.

El guardia de seguridad Nataniel Camelo explicó a la Policía que el hombre se encontraba en «actitud sospechosa«. Luiz dejó una mochila en el suelo, sacó un extintor y una camisa, y la arrojó contra la estatua. Cuando se acercaron los guardias de seguridad del STF, les advirtió que no lo hiciesen, dejó su pecho al descubierto y les mostró «un objeto similar a un reloj digital» adherido al cuerpo.

«El individuo se tumbó en el suelo, encendió el último artefacto, se colocó en la cabeza una almohada y esperó la explosión», detalló. La Policía Militar definió el ataque como «un autoexterminio con explosivo».

La explosión frente al Supremo, que no causó más víctimas, estuvo precedida de otra detonación de unos explosivos colocados en el interior del coche de Luiz, que dejó aparcado al lado de un edificio anexo a la Cámara de los Diputados.

Una hora antes, publicó mensajes en las redes sociales contra el STF, el mandatario Luiz Inácio Lula da Silva y los presidentes de las dos Cámaras del Congreso Nacional. En el momento del ataque, que ocurrió a las 19.30 hora local, Lula estaba en el Palacio de la Alvorada, su residencia oficial, y a cinco minutos en coche del lugar de los hechos.

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