Los candidatos a las presidenciales de EE.UU. discutirán sobre economía, inmigración y política exterior en su cara a cara de este martes.
La vicepresidenta de EE.UU., Kamala Harris, y el exmandatario Donald Trump se ven las caras este martes, 10 de septiembre, en un debate de 90 minutos organizado por la cadena ABC News, en el marco de la campaña electoral de las presidenciales del próximo 5 de noviembre.
Según el medio estadounidense, los rivales abordarán una amplia gama de cuestiones acuciantes para la potencia norteamericana, empezando por la economía, la migración y la política exterior. Así de enfrentadas están las posiciones de los candidatos sobre estas cuestiones clave.
La «independencia energética» de Trump
El candidato republicano ha culpado en reiteradas ocasiones a la actual Administración de Joe Biden del agravamiento de la situación económica. En particular, Trump considera que la política del inquilino de la Casa Blanca está detrás de la inflación, que en 2022 alcanzó el ritmo más rápido de incremento en el país desde noviembre de 1981.
Para estabilizar la economía estadounidense, el expresidente planea seguir reforzando su política comercial de confrontación que ya aplicó durante su primer mandato a través de la imposición de aranceles a la mayoría de los bienes importados, incluidos los de China. Asimismo, el candidato republicano indica que los ingresos generados por esas tarifas permitirán reducir los impuestos a particulares y a empresas.
Entre otras cosas, Trumo prometió restablecer la «independencia energética» mediante la reducción de los costes de la electricidad y la energía en EE.UU., aumentando la producción nacional de combustibles fósiles y disminuyendo la deuda nacional, que a finales de julio superó los 35 billones de dólares por primera vez en la historia. De esta forma, las medidas que propone contemplan exenciones fiscales para los productores de petróleo, gas y carbón.
«Economía de oportunidades» de Harris
Mientras, la candidata demócrata ha presentado un plan denominado «economía de oportunidades» que se basa en la actual política seguida por la Administración Biden en cuestiones como los precios de los medicamentos y el crédito fiscal por hijos, pero que también incluye nuevos aspectos.
Según la vicepresidenta, su rival «lucha por los multimillonarios y las grandes corporaciones», mientras que ella «luchará por devolver el dinero a los estadounidenses trabajadores y de clase media». En este sentido, Harris propone construir tres millones de nuevas viviendas, proporcionar hasta 25.000 dólares de ayuda al pago inicial a su primera casa. Además, promete prohibir a nivel federal los «precios abusivos de las empresas» en alimentos y comestibles, así como aumentar el salario mínimo y acabar con los impuestos sobre las propinas, una promesa que también figura en el programa de Trump.
Cuestión fronteriza
Uno de los asuntos más prioritarios en la potencia norteamericana es la crisis migratoria, después de que en diciembre del año pasado se documentara que más de 302.000 migrantes intentaron cruzar la frontera sur de EE.UU., siendo esta la primera vez que se registró una cifra tan alta en un solo mes.
En el programa de Donald Trump ocupan un lugar central la inmigración y la seguridad fronteriza, cuestiones que sigue abordando desde la retórica que caracterizó su presidencia. En este sentido, el exmandatario planea terminar el proyecto del muro fronterizo entre EE.UU. y México, que no ha sido cancelado totalmente por Biden, pese a haberlo criticado. Además, el candidato republicano propuso reactivar las restricciones de asilo y el programa ‘Quédate en México’, así como llevar a cabo la mayor operación de deportación interna de inmigrantes sin permiso legal y poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento.
Por su parte, Kamala Harris sigue siendo una firme defensora del rumbo de la Administración Biden, al tiempo que arremete contra los republicanos por rechazar un proyecto de ley que endurecería las normas de asilo y aplicaría otras restricciones a la inmigración, mientras aumentaría los recursos para mejorar las vías de inmigración legal. Asimismo, la política quiere encarnar una reforma integral que incluya una vía para ganarse a la ciudadanía.
El papel de EE.UU. en los conflictos
En lo relacionado con la guerra en la Franja de Gaza, ambos candidatos han resaltado el derecho de Israel a defenderse y a perseguir a Hamás, si bien Trump instó a resolver el conflicto lo antes posible y enfatizó que el ataque del 7 de octubre del año pasado nunca habría ocurrido si él hubiera sido presidente. En este aspecto Harris también respalda el planteamiento de Biden, en particular, lo que se refiere a impulsar la desescalada y la devolución de los rehenes, así como la promoción de una solución de dos Estados, mientras critica «la catástrofe humanitaria» en el enclave palestino.
Sobre el conflicto ruso-ucraniano, el candidato republicano aclaró que planea reducir el volumen de la ayuda proporcionada a Kiev y respaldó la idea de ayuda adicional a Ucrania en forma de «préstamo» en lugar de «regalo». Asimismo, ha prometido en varias ocasiones que, en caso de ganar los comicios de noviembre, conseguirá en 24 horas un acuerdo de paz en Ucrania, ya que asegura tener una buena relación con los líderes de ambos países.
Mientras, la vicepresidenta estadounidense insiste en la necesidad de armar a Ucrania y de recabar apoyo europeo e internacional para Kiev. No obstante, según The Telegraph, si la candidata demócrata se convierte en la nueva inquilina del Despacho Oval, las relaciones con Kiev «prometen ser cualquier cosa menos sencillas» y su mandato «puede significar el fin de Ucrania» debido a un tenso desacuerdo estratégico con el líder del régimen del país eslavo, Vladímir Zelenski.
Las posturas sobre el papel que debe jugar Washington en la OTAN también difieren: mientras Harris comparte la opinión del presidente Biden, que considera la ampliación de la Alianza como uno de sus logros principales, Trump ha criticado al bloque militar en numerosas ocasiones. Durante su mandato, llegó a advertir a los países de la OTAN que Washington no los protegería de un eventual ataque si no cumplían sus obligaciones financieras con la Alianza. Además, considera que la OTAN no acudiría en ayuda de EE.UU. en caso de ataque, por lo que el gasto de Washington en la Alianza no está justificado.