Una legisladora de La Libertad Avanza publicó las conversaciones entre diputados donde se pergeñó la inédita visita a militares condenados por delitos de lesa humanidad. El partido decidió expulsarla de la bancada oficialista. Tras la peor semana legislativa del Gobierno, la disputa puertas adentro no cesa.
El vendaval de disputas al interior del Gobierno de Javier Milei no cesa. Tras una semana plagada de reveses parlamentarios, el oficialismo vivió un nuevo cimbronazo con la expulsión del bloque de diputados de Lourdes Arrieta, legisladora que expuso públicamente a sus ex compañeros de bancada que coordinaron una visita a represores presos por delitos de lesa humanidad cometidos en la última dictadura militar (1976-1983).
Arrieta fue eyectada de La Libertad Avanza tras divulgar en sus redes sociales las conversaciones de WhatsApp a través de las cuales los congresistas del oficialismo acordaron el convite —inédito en democracia— donde participaron los genocidas condenados por su participación durante el terrorismo de Estado. Además de los chats privados, Arrieta reveló una serie de proyectos de ley diagramados para otorgarles a los militares el beneficio de la prisión domiciliaria.
Las represalias no tardaron en llegar. Inmediatamente, voces de todo el dispositivo gobernante salieron a repudiar las declaraciones de Arrieta: es que la diputada, además de exponer las conversaciones, afirmó que la polémica visita a militares habría sido organizada por el mismísimo presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, hombre del riñón de Milei. En respuesta, Menem filtró un audio donde se lo escucha exigir a los diputados oficialistas que «hagan caso» a las directivas ordenadas desde la cúpula del Gobierno.
El episodio sumó un capítulo más a una semana particularmente adversa para el oficialismo. Días antes, la oposición había sancionado una ley que obliga al Gobierno a aumentar las jubilaciones, aunque el Ejecutivo anticipó que votaría la norma pese a haber sido aprobada por amplia mayoría.
Además, por esas horas la Cámara de Diputados había rechazado un decreto presidencial que aumentaba en 100.000 millones de pesos —74 millones de dólares a tipo de cambio paralelo— el presupuesto de la Secretaría de Inteligencia destinado a gastos reservados (aquellos que no deben rendir cuentas).
La gota que rebasó el vaso arribó de la mano de la propia vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, quien manifestó sus profundas diferencias con Milei respecto a un proyecto crucial para el Ejecutivo: la designación de dos jueces para integrar la Corte Suprema de Justicia, el máximo tribunal del país.
La salida de Arrieta no constituye el primer episodio de crisis al interior de la bancada oficialista en el Congreso. El antecedente directo ocurrió en abril, cuando fue expulsado nada menos que el presidente del bloque de La Libertad Avanza, Oscar Zago, quien debió formar un espacio propio junto a dos legisladores también eyectados.
De este modo, ahora el Gobierno cuenta con apenas 37 de los 257 legisladores que integran la Cámara Baja, en un contexto por demás sensible debido a la agenda parlamentaria que podría inaugurarse tras un primer semestre de gestión signado por cierto apoyo irrestricto de bloques «dialoguistas» que, ahora, comenzaron a exhibir públicamente sus diferencias respecto al Ejecutivo.
Puja de poder
«Esto se parece a lo que Sigmund Freud denominaba como el ‘narcisismo de las pequeñas diferencias’: hay una clara coincidencia ideológica, pero pareciera que cada dirigente abona por construir su propia imagen, en detrimento de la del espacio», dijo a Sputnik Raúl Timerman, politólogo y director del Grupo Opinión Pública.
Según el analista, el recrudecimiento del sinfín de disputas internas responde a que «el de Milei es un partido no tradicional, atravesado por contener figuras de ideología muy dispersa pero comandadas por un liderazgo personal que opaca intereses personales del resto de los integrantes».
Consultado acerca del grado de intensidad de las diferencias manifestadas públicamente, Timerman destacó que «estos tropezones son propios de un espacio demasiado joven. Existen partidos con mucha más historia que desde que Milei llegó al poder tampoco han logrado delinear una identidad homogénea».
«Esto que vemos en el Gobierno se repite a lo largo de todo el espectro político. Se están realineando las fuerzas que se habían desperfilado y que ahora buscan un perfil propio», indicó el consultor.
Diferencias de fondo
De acuerdo a Timerman, el conflicto que subyace a cada disputa nacida en el seno de La Libertad Avanza responde a un interrogante central: ¿qué grado de cercanía debería tener Milei respecto al expresidente Mauricio Macri (2015-2019), quien lo apoyó públicamente durante la campaña electoral y prestó sus votos en el Congreso para que su partido, el PRO, respaldara a rajatabla al mandatario?
«Todo esto se enmarca en un panorama atravesado por el conflicto entre Macri y Milei. De hecho, uno podría sospechar que las declaraciones de la vicepresidenta Villarruel tienen un hilo conductor que termina con el ex mandatario, que abiertamente apuesta a su figura», deslizó el experto.
«Macri entiende que es necesario que La Libertad Avanza y el PRO se unan para fortalecerse. En cambio, Milei considera que ya logró seducir al electorado del expresidente —como sucedió con las extremas derechas a nivel global, las cuales lograron ganarles a los espacios tradicionales— por lo que su Gobierno no gana nada aliándose al expresidente», apuntó Timerman.