«Tenemos que movernos a establecer un marco en el que se pueda producir un diálogo entre israelíes y palestinos», afirmó José Manuel Albares.
El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España, José Manuel Albares, considera que la guerra en Gaza ha llegado a «un momento de tensión máxima», luego del masivo intercambio de ataques aéreos entre Israel y el movimiento chiita libanés Hezbolá este domingo, advirtiendo de que la posible extensión del conflicto al Líbano podría provocar «una guerra regional con connotaciones muy graves».
Según el ministro, esta extensión puede evitarse, en primer lugar, con un alto el fuego en Gaza para que la tensión no siga en aumento y, «en segundo lugar, tiene que poder llegar la ayuda humanitaria sin ningún obstáculo».
«Tenemos que movernos a establecer un marco en el que se pueda producir un diálogo entre israelíes y palestinos«, afirmó Albares en una entrevista con la Cadena Ser, destacando que para ello es necesario el reconocimiento del Estado de Palestina que «conviva en buena vecindad, en paz, en seguridad, en prosperidad con el Estado israelí».
En este sentido, aseguró que España no cejará en ese objetivo y señala que «muchos socios europeos» coinciden en que «algún día llegará la paz». Además, apuntó el papel de Estados Unidos, Catar y Egipto como mediadores del conflicto, destacando que «todos sabemos cuál es la fórmula». «Lo que falta ahora es voluntad y valentía política para aplicarla», enfatizó.
Intercambio mutuo de ataques
Este domingo, el movimiento libanés declaró que había iniciado la primera fase de respuesta al asesinato perpetrado por Israel de su comandante militar Fuad Shukr en Beirut a finales de julio.
Por su parte, Israel afirmó que había realizado ataques preventivos en territorio libanés para repeler los asaltos que se estaban preparando contra el país hebreo.
Hezbolá declaró haber lanzado 320 misiles contra el territorio israelí. De acuerdo con el movimiento, sus ataques alcanzaron 11 bases militares en el norte de Israel. A su vez, Tel Aviv atacó las instalaciones del movimiento con más de 100 aviones de combate.