Bruselas, 24 ago. La descarga por Japón de residuos radioactivos al océano y los peligros de averías nucleares debido al conflicto ruso-ucraniano, concitaron el interés internacional en la semana que finaliza hoy.
Este sábado hizo justamente un año del inicio a la operación nipona, que prometió verter el líquido de forma segura al Pacífico mediante un proceso de tratamiento, tras su extracción de la central nuclear de Fukushima Daiichi, escenario en 2011 de unos de los peores accidentes de su tipo el mundo.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) consideró que el vertido tendría un impacto radiológico insignificante en las personas y el medioambiente, pero las preocupaciones continúan en pie, sobre todo en territorios vecinos.
Desde el 24 de agosto de 2023, Japón notificó ocho rondas de descarga, siete concluidas y una en curso, cada una de ellas de aproximadamente ocho mil toneladas de agua tratada, con la idea de sumar 1,32 millones de toneladas en el transcurso de varias décadas.
Importantes economías como las de China y Rusia interrumpieron la importación de productos marinos nipones desde que comenzó el vertido, aunque las autoridades japonesas califican los temores de infundados, sin sustento científico.
Consultada por periodistas en Beijing, una portavoz de la cancillería china, Mao Ning, insistió ayer en que Japón debería cooperar en la creación de un esquema de monitoreo internacional independiente, eficaz y a largo plazo, con la participación sustancial de sus vecinos y otras partes interesadas.
Sin consultar plenamente a los países vecinos, Japón empezó unilateralmente a verter al mar aguas contaminadas con sustancias nucleares de Fukushima, trasladando así los riesgos al mundo, expresó Mao, citada por la agencia de prensa Xinhua.
Al decir de la funcionaria, resulta legítimo, razonable y necesario que China y otros países hayan tomado medidas de precaución para proteger la seguridad alimentaria y la salud de las personas.
Durante la presente semana, el OEIA reconoció los temores en torno a probables accidentes nucleares en las regiones de Zaporozhie y Kursk, envueltas en el actual conflicto entre Rusia y Ucrania.
El director general del organismo, Rafael Grossi, afirmó en un comunicado que la actividad militar en las cercanías de la central de Kursk representa serios riesgos para la seguridad nuclear y física.
“Mi próximo viaje a la planta nuclear de Kursk, anunció, permitirá dar una evaluación independiente a la situación.”
Según un informe de las fuerzas de seguridad de Rusia, el Ejército ucraniano planea usar proyectiles con ojivas radiactivas para atacar las centrales nucleares de Kursk y Zaporozhie.
En opinión del portavoz de Naciones Unidas Stéphan Dujarric, “todo el mundo debería estar preocupado por tener dos centrales nucleares en medio de una zona de guerra”.