A pesar de que Japón estaba a punto de rendirse en la Segunda Guerra Mundial, EEUU utilizó las bombas atómicas para demostrar al mundo que disponía del arma más poderosa de la historia, señala a Sputnik el historiador Peter Kuznick. Este agosto, Nagasaki e Hiroshima conmemoran el 79.ª aniversario del devastador ataque con bombas nucleares de EEUU.
Por la mañana del 6 de agosto de 1945, la ciudad japonesa de Hiroshima fue destruida por la primera bomba atómica utilizada como arma de guerra, recuerda un artículo publicado en el sitio web de los Museos Imperiales de Guerra. En los primeros cuatro días de la explosión, unas 120.000 personas murieron como consecuencia del bombardeo norteamericano.
Mientras que algunas fueron vaporizadas en un instante, otras sufrieron a causa de sus heridas o de la radiación.
Solo tres días más tarde, la segunda bomba atómica devastó la ciudad de Nagasaki, donde se calcula que murieron 73.000 personas a causa del ataque estadounidense.
En Occidente se habla a menudo de este ataque como «la bomba atómica que puso fin a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)». No obstante, algunos historiadores creen que la muerte de cientos de miles de civiles fue innecesaria y argumentan que los japoneses ya estaban a punto de rendirse. Uno de estos historiadores es Peter Kuznick, quien explicó a Sputnik el porqué de esa hipótesis.
«Los japoneses no solo estaban a punto de rendirse, sino que estaban desesperados por hacerlo. A principios de febrero de 1945, el ex primer ministro, el príncipe [Fumimaro] Konoe, escribió al emperador ‘Siento informarle, pero la derrota es inevitable’. Ellos lo sabían», explica Kuznick.
Incluso un año antes del desastre nuclear, tras la derrota en la batalla de Saipán en julio de 1944, los japoneses se dieron cuenta de que no podían ganar la guerra, afirma. «En mayo ya estaban emitiendo informes que aseguraban que la intervención soviética en la guerra significaría la derrota absoluta de Japón», apunta el profesor. Esto lo sabían los servicios de inteligencia y el personal militar estadounidenses, que a su vez consideraban el fin de la Segunda Guerra Mundial tras la entrada de tropas de la Unión Soviética (URSS) en el conflicto con Japón, subraya.
En la Conferencia de Yalta, en febrero de 1945, el dirigente soviético, Iósif Stalin, prometió al entonces mandatario estadounidense, Franklin Roosevelt, que las tropas soviéticas participarían en la resolución de la situación en el Pacífico tras el final de la guerra en Europa, expone. Los estadounidenses habían interceptado telegramas japoneses en los que se decía que el único obstáculo para la rendición [de Japón] era la exigencia estadounidense de rendición total», asegura Kuznick.
«Había dos maneras de conseguir que terminaran la guerra antes sin usar la bomba atómica. Pero la triste realidad es que EEUU quería usar la bomba atómica. Y quería usarla para enviar una señal a la URSS de que si interferían con los planes de EEUU en Europa o el Pacífico, iban a sufrir lo mismo o algo peor», afirma.
El 14 de agosto de 1945 los japoneses aceptaron la exigencia de rendición incondicional. Pero la rendición final japonesa no se firmó hasta el 2 de septiembre. Sin embargo, la idea de que la bomba atómica puso fin a la guerra no tiene sentido, asegura el historiador estadounidense.
«Los bombardeos atómicos fueron horribles y mataron innecesariamente a cientos de miles de personas. Pero eso no fue lo que cambió la guerra. Los japoneses sabían que Washington ya había bombardeado más de 100 ciudades japonesas. El nivel de destrucción alcanzó el 99,5% en la ciudad de Toyama. Los líderes japoneses aceptaron que EEUU podía arrasar sus ciudades. Lo que temían, y lo sabemos por todos los documentos, era la entrada soviética en la guerra», subraya Kuznick.
Los soviéticos se unieron a la guerra a principios de agosto, explica el analista, que es cuando los japoneses «verdaderamente sabían que la guerra había terminado». No fue el uso de la bomba atómica lo que influyó en la rendición de los japoneses, sino la decisión de los soviéticos de unirse a la guerra, argumenta el analista.
«Se trataba de la invasión soviética, que es lo que la inteligencia norteamericana había predicho durante meses (…)», agrega. «Pero la lección que aprendió EEUU fue que la invasión era necesaria y humana porque salvó medio millón de vidas estadounidenses, así como millones de vidas japonesas y de otros países asiáticos», apunta el historiador.
En junio, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, declaró que la guerra con China no es «ni inminente ni inevitable», informó AP. Un día antes, el 31 de mayo, Austin se reunió con su homólogo chino, Dong Jun. Esto fue el primer encuentro en persona entre los responsables de Defensa tras la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán en agosto de 2022.
Pekín condenó la visita de Pelosi, que disparó las tensiones en torno a Taiwán, como una maniobra de Washington para apoyar el separatismo de la isla china. Tras una reunión en julio, EEUU y Japón anunciaron el fortalecimiento de sus lazos militares, así como el fortalecimiento de las fuerzas norteamericanas en el país asiático a un comando de guerra.
«Creo que hay lecciones para todas las partes. Los japoneses han olvidado todas las enseñanzas que aprendieron. Japón adoptó el artículo 9 de la Constitución de Paz durante la ocupación estadounidense (1945–1952). Ahora lo han tirado por la ventana. Japón se está remilitarizando», recuerda el experto.
En caso de que la crisis de Taiwán desembocara en una guerra, las Fuerzas de Autodefensa japonesas, o como las denominó Kuznick, «las fuerzas ofensivas», proporcionarían apoyo militar a Washington, opina.
«Estados Unidos está militarizando la región, preparándose para la guerra. No es que quiera la guerra, porque el Pentágono llevó a cabo 18 juegos de guerra entre Washington y Pekín sobre Taiwán. Y China ha prevalecido en los 18», concluye el historiador.