En el trayecto, Román Yatsenko se encontró con militares rusos que le aconsejaron que no fuese a la ciudad de Sudzha en la provincia de Kursk: «No deje huérfanos a sus hijos», le dijeron.
Un ruso contó a RT cómo se desplazó caminando por 10 kilómetros hasta la ciudad de Sudzha, en la provincia de Kursk, bajo el fuego de las ametralladoras de efectivos de las Fuerzas Armadas de Ucrania, para salvar a su familia ante la incursión de Kiev.
Román Yatsenko, de 51 años, se encontraba en viaje de negocios en Moscú cuando los militares ucranianos intentaron invadir la provincia de Kursk. El martes de la semana pasada perdió contacto con su familia. En casa habían quedado su esposa y cinco niños, de entre ocho y 14 años.
El hombre partió de Moscú con urgencia y la noche del miércoles llegó a la localidad de Bolshóye Soldátskoye, situada a unos 25 kilómetros de Sudzha. «Pasé la noche. No me atreví a ir por la noche porque no conocía el camino», declaró, agregando que en la mañana lo llevaron al pueblo de Martýnovka, a 10 kilómetros de la ciudad, y desde allí caminó.
En el trayecto, Yatsenko se encontró con militares rusos que, según relata, le dijeron que no fuese a Sudzha, que «no deje huérfanos a sus hijos». «Yo no tenía miedo por mí, tenía miedo por los niños, eso es todo, me oprimía el pecho», dijo.
Mientras caminaba, vio muchos drones ucranianos y tuvo que ponerse a cubierto de uno de ellos en un cinturón forestal, junto con militares rusos. También le advirtieron que un ametrallador ucraniano estaba atacando a civiles más adelante. Yatsenko lo vio cuando estaba a un kilómetro de Sudzha.
«Me acerqué, me detuve, fumé durante unos 10 minutos y observé cómo trabajaba. Y estaba disparando, se podía oír. Lo interesante es que dejaba pasar algunos coches [civiles] y a otros no. Nunca entendí su sistema», indicó. Yatsenko señaló que cuando el ametrallador percibió su presencia, abrió fuego. Entonces no le quedó sino arrastrarse y así llegó a la ciudad.
En Sudzha vio muchos cráteres de proyectiles y balas esparcidas. Cuando al fin encontró a su familia, rápidamente empacaron y partieron para Kursk. «Ahora estamos a salvo [en un centro de acogida temporal] en Kursk. Lo principal es que todos estamos juntos», concluyó su relato.