Un informe presentado ante el Congreso denuncia que los departamentos de policía locales y estatales se niegan a compartir información con el FBI, al que acusan de ser una agencia «partidista motivada por una agenda política».
Varias agencias policiales estatales y locales de Estados Unidos han desarrollado una «perturbadora» pérdida de confianza en el FBI y se niegan a compartir información, práctica que podría traer consecuencias alarmantes para la seguridad nacional y pública. Así lo determinó un informe basado en el testimonio de más de 30 fuentes «independientes y altamente creíbles» presentado este mes ante los comités de Supervisión y Judicial de la Cámara de Representantes, reportado inicialmente por New York Post.
«No solo son reacios a trabajar con el FBI, sino que, según se informa, han decidido no compartir más información procesable y sustancial sobre actividades criminales y otras actividades relacionadas con la inteligencia» con el buró, porque creen que «han estado operando como una agencia federal partidista motivada por una agenda política» en los últimos años, indica el reporte de 230 páginas, compilado por una alianza de agentes y analistas retirados y en servicio activo.
«Crisis de confianza» alarmante
Los denunciantes advirtieron que la «crisis de confianza» ante la institución se ha deteriorado hasta el punto de «implosionar» en algunos casos debido a la «mala gestión y el liderazgo ineficaz del FBI«. Tal escenario comenzó a gestarse tras la respuesta excesiva de la agencia a los disturbios del Capitolio del 6 de enero de 2021, seguido por la redada en la residencia de Donald Trump en Mar-a-Lago en Florida, destacan las fuentes.
Una de esas fuentes, un sargento veterano de décadas de antigüedad en la división de Delitos Graves de una fuerza policial estatal, indicó que «no pueden entender por qué el FBI no persigue a [el grupo militante de extrema izquierda] Antifa, Black Lives Matter y a los alborotadores propalestinos» con el mismo vigor que se ejerció contra los participantes del asalto al Capitolio.
En ese sentido, la presión ejercida por el buró contra las fuerzas locales para ayudar con ese caso «ha afectado la moral dentro de estas agencias» y llevó a la creencia de que el FBI ha sido contaminado por una «agenda política partidista». Una de las personas consultadas denunció que muchos agentes locales podrían ser «percibidos como terroristas internos» por su ideología política.
Intolerancia a la oposición política
En esa línea, el jefe de un grupo de trabajo multiinstitucional dijo que los agentes más nuevos del FBI «no se molestan en ocultar su desagrado por las opiniones políticas y religiosas desfavorecidas«, y que a menudo se identifican como «‘woke’ o liberales».
Asimismo, las fuentes creen que «los líderes del FBI explotarían cualquier información que se les proporcionara para violar la ley y los derechos constitucionales de los sospechosos que están bajo investigación, así como de ciudadanos inocentes».
Por otra parte, una fuente considera que la institución se parece a la «de un país del Tercer Mundo» y agrega que «debería ser desmantelada y su personal procesado y condenado a largas penas de prisión».
Empleados «completamente inútiles»
Es por lo expuesto que la imagen que ofrece el FBI es la de una burocracia incompetente, arrogante e inflada que incluye una nueva generación de empleados descritos como «completamente inútiles» y «la peor generación de personas», se indica.
En última instancia, el grupo de denunciantes recomienda que la única forma de restaurar la reputación del FBI y reparar el daño es forzar la renuncia de su director Christopher Wray como «una medida extrema de último recurso«.