La retirada del actual presidente estadounidense Joe Biden de las elecciones presidenciales marca un hecho inusual en la política de ese país. Expertos en la política de Estados Unidos explicaron a Sputnik qué le espera ahora al Parido Demócrata en relación con la renuncia del candidato tradicional a la reelección.
Aunque se especulaba ampliamente, la decisión del mandatario estadounidense y el candidato demócrata cogió a todo el mundo por sorpresa, ya que muchos de sus asesores más cercanos fueron informados un minuto antes de que se publicara su carta al público en su cuenta X, informa The New York Times.
La última vez que un candidato abandonó la carrera electoral fue hace más de 50 años, cuando Lyndon B. Johnson, que inició la guerra de Vietnam y fue vicepresidente de John F. Kennedy, se retiró tras un mal inicio de campaña electoral.
Monica Hirst, especialista de en la política internacional de la Universidad Torquato di Tella y de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, opina que la decisión es «correcta, pero tardía».
«Lamentablemente, la campaña ya está muy adelantada desde el punto de vista de la coyuntura y del posicionamiento de Trump», apuntó a Sputnik.
A su vez, Bárbara Motta, profesora de relaciones internacionales de la Universidad Federal de Sergipe, recordó que si bien Biden aseguró públicamente que no renunciaría, la duda siempre ha existido en el escenario político estadounidense.
«Y esta duda, sumada a los recientes acontecimientos, es lo que explica la llegada de este momento de ‘no retorno'», comentó.
En las últimas semanas, y sobre todo tras una mala actuación en el debate, una serie de episodios «emblemáticos» han puesto de relieve una imagen de «ineptitud» de Biden, como olvidar el nombre del secretario de Defensa, Lloyd Austin, y confundir a Volodímir Zelenski con el presidente ruso Vladímir Putin, durante la clausura de la cumbre de la OTAN en Washington.
En contrario, la candidatura de Trump ha ganado mucha fuerza en los últimos días, señalan ambos analistas. «Especialmente la manera en que Trump reaccionó a este ataque [el atentado en su contra el 19 de julio], con una imagen de gran fortaleza, de mostrarse físicamente en forma», planteó Motta.
¿Quién sucederá a Biden?
A juicio de Motta, el sucesor de Biden no tardaría en surgir.
«Cuanto más retrase el Partido Demócrata esta decisión, más aumentarán las posibilidades de Trump (…) Ya sea porque el partido es visto como débil, como vacilante, incapaz de resolver sus problemas internamente, o porque no será posible pensar en una estrategia de campaña específica para ese candidato», indicó.
En este sentido, el nombre de la vicepresidenta Kamala Harris ya es el más rumoreado entre los posibles sustitutos del actual presidente. La política ha recibido el apoyo no solo de Biden, sino de destacadas figuras del partido como Bill y Hillary Clinton.
El candidato independiente Robert Kennedy Jr. pidió a los demócratas que decidieran un nuevo candidato en un proceso abierto durante la Convención Nacional Demócrata, que tendrá lugar el 19 de agosto. Para Motta, sin embargo, «en un horizonte de cuatro meses hasta las elecciones, un mes es mucho, es esperar demasiado».
También para Hirst, el nombre de Harris es el más adecuado, puesto que ya formaba parte de la lista electoral. Sin embargo, «es una pena que haya tenido un perfil tan limitado durante todo el mandato [de Biden]», afirmó el interlocutor de Sputnik.
«Ha sido un error por parte de la Administración Biden durante los últimos tres años y medio. Tiene que recuperar el tiempo perdido en muy poco tiempo y le va a costar un esfuerzo brutal», sostuvo.
El propio nombramiento de Harris como vicepresidenta de Biden en 2020 se hizo para que su nombre adquiriera un peso a nivel nacional, recuerda Motta. Pero en los últimos cuatro años, continúa la experta, la vicepresidenta de EEUU «no ha tenido casi nada de relevancia», o al menos «ninguna relevancia que pudiera ayudarla a ella o al partido en este momento».
«Es un error estratégico que no ha ocurrido ahora, es un error estratégico que ha durado cuatro años», señaló.
Por su parte, Hirst insistió que con la retirada de Biden, «su momento ha terminado por completo», y ahora todo «es blanco o negro».
«Es una campaña que será clara en cuanto a lo que está en juego», pronosticó.
A continuación, la profesora de la Universidad Torquato di Tella subrayó que en este «momento extremadamente problemático del liderazgo político» en Estados Unidos, la posible nominación de Kamala Harris pone de manifiesto la diferencia entre demócratas y republicanos en cuestiones clave para los ciudadanos estadounidenses, desde la inmigración y el aborto hasta la ayuda a Ucrania y a Israel.
«Las posiciones de cada lado son bien conocidas, son posiciones que no son bipartidistas, que no tienen realmente un puente para construir un diálogo. Son dos proyectos muy diferentes de Estados Unidos», argumentó Hirst.
El callejón sin salida demócrata
Aunque el nombre de Harris es algo que se da por hecho en la escena política estadounidense, eso no significa que la suerte esté echada, aseveraron ambos analistas.
Dentro del propio Partido Demócrata habrá que trabajar mucho, ya que «Harris entra con una situación muy desigual desde el punto de vista de la capacidad de su candidatura», según Hirst, y que «desde el punto de vista de la alineación política, ella y Biden son diferentes», en palabras de Motta.
«Así que la estrategia de campaña va a necesitar cambios sustanciales (…) La figura del vicepresidente va a ser uno de los elementos fundamentales para entender cómo va a quedar esta lista», profundizó Motta.
La elección acertada del vicepresidente aporta solidez a las campañas presidenciales. Un claro ejemplo de ello fue la «acertada» selección del senador J.D. Vance por parte de Donald Trump, un nombre que «noche y día complementa los significados y mensajes» de su campaña, explicó Hirst.
En opinión de Motta, la estrategia de los demócratas ahora debe centrarse en apostar por la novedad de lanzar a la primera mujer de raza negra candidata a la presidencia de Estados Unidos, tratando de profundizar los lazos con los sectores más progresistas.
Las presidenciales de 2020 fueron las que más votos movilizaron en el país, donde el voto no es obligatorio. Tanto Joe Biden como Donald Trump lograron cifras récord de votos, evidenciando la polarización del electorado.
Este año, sin embargo, las encuestas apuntan a un mayor número de votantes desinteresados, desilusionados por ambos candidatos, pero especialmente por las iniciativas del actual presidente con la ayuda a Ucrania e Israel.
«Hay mucho trabajo por hacer y tenemos que ver hasta dónde podemos movilizar a la sociedad estadounidense para consolidar esta campaña», resumió Hirst.