En conversación con Sputnik, Marta Fernández, directora del Centro de Políticas BRICS de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, destacó la importancia de considerar las experiencias de transformaciones de los últimos años para construir con éxito un orden mundial justo y fomentar futuras relaciones entre civilizaciones tanto a nivel nacional como internacional.
Según ella, los participantes del foro coincidieron en que la visión occidental dominante de que el desarrollo moderno es inseparable de la occidentalización cultural no es la única correcta.
«Los conceptos de civilización y modernidad son en muchos aspectos contradictorios. Se sostiene que para desarrollarse y mirar hacia el futuro es necesario borrar de algún modo el pasado. En la concepción occidental, el pasado se presenta como algo indigno y sujeto a destrucción, lo que parece extraño. En este foro, por el contrario, hablamos de la necesidad de respetar las diferentes culturas y planificar el futuro teniendo en cuenta la diversidad», dijo el experto.
En particular, señala que cada uno de los países BRICS tiene su propia experiencia única en la superación de las duras consecuencias de las transformaciones socioeconómicas y sociales, así como en la implementación de grandes proyectos de infraestructura destinados a mejorar la vida de la población, «teniendo en cuenta las circunstancias culturales y materiales específicas».
El académico postula que la teoría occidental que vincula la modernización con el consumo perpetuo contradice los principios del desarrollo sostenible y los esfuerzos para combatir el cambio climático.
«Si se lleva el consumo al nivel del llamado Norte Global, se producirá una catástrofe medioambiental», sostiene, señalando que, en muchos sentidos, Occidente pudo alcanzar esos indicadores socioeconómicos mediante la explotación del Sur Global durante los períodos colonial y poscolonial. Según Fernández, la alianza BRICS se formó inicialmente sobre el principio de respetar las características y diferencias nacionales, principio que se reforzó con la ampliación del número de miembros el año pasado.
«Me parece que la asociación ha construido su identidad de alguna manera sobre esta diversidad, y esto no es una debilidad, sino más bien la fortaleza de los BRICS, en los que el respeto a las diferencias es un principio fundamental», afirmó el experto, destacando el papel del bloque en la garantía de los intereses nacionales y al mismo tiempo en la reforma del actual sistema e instrumentos de las relaciones financieras y económicas internacionales y de la gobernanza global.