El deterioro del estado del presidente estadounidense, Joe Biden, se ha hecho más frecuente en los últimos meses, y tras el debate fallido con el exmandatario Donald Trump es cada vez más alarmante, escribe ‘The New York Times’, citando fuentes del entorno del jefe de Estado.
«Las personas que han pasado tiempo con el presidente Biden en los últimos meses dicen que las desviaciones de la norma son cada vez más frecuentes y más pronunciadas, y después del debate del jueves [el 27 de julio], más preocupantes», indica la publicación.
Según fuentes del diario que han interactuado con el mandatario estadounidense en las últimas semanas y meses, este se ha mostrado «confuso, aletargado o perdiendo el hilo de la conversación». Además, los ejemplos de este tipo de situaciones desagradables son difíciles de predecir, pero su probabilidad es mayor cuando habla ante grandes audiencias o en estado de fatiga, añaden.
Biden estaba exhausto tras sus viajes a Francia e Italia a principios de junio, donde participó en la ceremonia con motivo del día del desembarco aliado en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial y en la cumbre de jefes de Estado del G7, precisa el artículo.
Por ello, su equipo acortó el tiempo de preparación del debate con Trump para dar al exhausto presidente dos días más de descanso en su casa en la ciudad de Rehoboth Beach. En cuanto al proceso de preparación del debate en sí, cada día comenzaba no antes de las 11:00 de la mañana, y por la tarde se iba a «tomar una siesta».
«Varios asesores, así como funcionarios actuales y anteriores de la Administración que veían a Biden con regularidad, dijeron que estaban estupefactos por su actuación en el debate, ya que era la peor que han visto nunca», subraya el periódico.
En palabras de las fuentes, el comportamiento del mandatario en el estudio de CNN en Atlanta contrastaba fuertemente con su «agudeza» en reuniones importantes durante la cumbre del G7, en las que el presidente estadounidense parecía supuestamente «perfecto» cuando discutía la agenda de negocios. Sin embargo, incluso antes —durante su viaje a Francia— el jefe de Estado habló con Volodímir Zelenski de tal manera que «era casi imposible oírle».
«Cuando se le preguntó si era posible imaginar a Biden en la misma habitación que el presidente ruso, Vladímir Putin, un antiguo funcionario estadounidense que ayudó a preparar el viaje [a la cumbre del G7] se quedó callado durante un rato, y luego respondió que simplemente no lo sabía. Un antiguo alto funcionario europeo respondió categóricamente ‘no’ a la misma pregunta», resume The New York Times.
El 2 de julio, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, aseguró que Biden no padece enfermedades degenerativas, demencia, alzheimer ni nada parecido. Expresó su confianza en que el presidente estadounidense sigue siendo capaz de ejercer el liderazgo de su país en el panorama mundial a pesar de su edad y de su estado «ralentizado».
En la noche del 27 de junio, Biden y Trump se enfrentaron en la ciudad de Atlanta en el primer debate presidencial de cara a las elecciones nacionales de noviembre. El pobre desempeño del actual presidente, que se mostró balbuceante y quedó algunos momentos en blanco, generó preocupación entre los demócratas respecto al futuro de la candidatura del mandatario.
El 77% de los votantes registrados que vieron el debate dijeron que Trump tuvo un mejor desempeño, mientras que solo el 33% de los encuestados informó que Biden ganó el debate, según una encuesta de CNN. Trump y Biden volverán a debatir el 10 de septiembre en un evento moderado por la cadena de televisión ABC News. Pese a las críticas, el mandatario aseguró que «hizo las cosas bien» en el debate.