«Basta con ver las armas que han seguido llegando a Israel desde EE.UU. y muchos otros países pese al impacto obviamente atroz de la guerra sobre los civiles», indicó Martin Griffiths.
El secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths, ha expuesto la profunda crisis humanitaria que se desarrolla en distintas regiones del mundo ante la ineficacia de la ONU y la falta de liderazgo mundial en la prevención y resolución de conflictos.
En su ensayo ‘Los líderes mundiales nos están fallando’, publicado este lunes en The New York Times, Griffiths recuerda el devastador impacto de las hostilidades en Etiopía, Ucrania, Sudán y la Franja de Gaza en la población civil, así como el sufrimiento de «millones de otros» en conflictos sin resolver que ya no acaparan los titulares, como los casos de Siria, Yemen, Birmania, República Democrática del Congo o el Sahel.
«El sufrimiento de millones de personas es una clara evidencia de que estamos fallando», escribió Griffiths, quien responsabiliza de ese fracaso a los líderes mundiales que están «fallando a la humanidad al romper el pacto entre la gente común y aquellos a quienes se confiere el poder».
El apoyo militar «casi incondicional» que algunos países prestan a sus aliados a pesar de que contribuye al sufrimiento de civiles e infracciones del derecho internacional humanitario también agrava la situación sobre el terreno, lamentó el alto funcionario de la ONU, poniendo como ejemplo la Franja de Gaza que quedó devastada por ataques israelíes.
«Basta con ver las armas que han seguido llegando a Israel desde Estados Unidos y muchos otros países pese al impacto obviamente atroz de la guerra sobre los civiles», señaló.
Al acusar a los líderes mundiales de priorizar la guerra por encima de las soluciones diplomáticas y exacerbar el sufrimiento humano prolongando las crisis mediante el suministro de armas y la obstaculización de las entregas de ayuda humanitaria, Griffiths llamó la atención sobre la impunidad de quienes infringen la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional.
«Si queremos tener alguna esperanza de un futuro mejor, más pacífico y más equitativo, necesitamos líderes mundiales que nos unan, en lugar de seguir buscando formas de dividirnos», concluyó.