Boric afina su cuenta pública más trascendental con reformas atascadas y el estallido omitido

Se han generado expectativas de este mensaje a la nación, en medio de un desprestigio en el liderazgo chileno.

 

El presidente de Chile, Gabriel Boric, alcanzó el 11 de marzo pasado la mitad de su mandato de cuatro años y, este sábado, como cada 1° de junio desde 2017, ofrecerá su cuenta pública con un reloj implacable a cuestas: el de las promesas incumplidas.

Será su tercera cuenta pública, la última oportunidad para establecer metas en las instancias del poder. La próxima vez que acuda al Salón de Honor del Congreso Nacional, ubicado en la región de Valparaíso, estará a un año de dejar el cargo en marzo de 2026.

Boric arribó a la Presidencia en 2021 con el 55,8 % de los votos, en un balotaje en la que fuerzas variopintas se unieron en torno a su figura, para frenar al ultraderechista José Antonio Kast, quien había ganado en primera vuelta.

El joven político, de 38 años, estuvo además cobijado por todo un movimiento estudiantil y profundamente popular, que caló en la sociedad y exigía un Chile más justo. Para muchos, su triunfo era el resultado favorable del estallido social de 2019 en el que grandes multitudes exigieron grandes cambios.

Y entre esas novedades una sobresalía por encima de las demás: la demolición de la Carta Magna promulgada bajo la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). No obstante, luego de un proceso complejo la propia ciudadanía rechazó hasta dos proyectos constitucionales.

«Esto fue un duro golpe para Boric», afirma Juan Cruz Acebey Marinaro, de la Universidad de Buenos Aires (UBA). «Este rechazo significó la imposibilidad para Boric de consolidar su liderazgo mediante la adquisición de nuevos recursos de poder y de la realización de muchas de sus propuestas de campaña», añade.

Acebey, como parte del Observatorio de Liderazgo Político en América Latina (Olpal) de la UBA, analizó los liderazgos en Suramérica en un informe reciente, en el que se abordó el estatus presidencial de los países de la zona, incluido Chile.

Nueva oportunidad

Este sábado el mandatario contará los logros y nuevos compromisos de su gestión, «además de importantes anuncios», según informó el Ejecutivo. En su hoja de ruta planteada en 2023 hacia un Estado de bienestar, mencionó tres ejes: seguridad, derechos sociales y desarrollo sostenible.

«Estamos cincelando», señaló Boric en la víspera a la prensa local. «Paciencia», le pidió a los periodistas que le cuestionaron sobre la extensión de su alocución. La pregunta no era baladí, en 2023 implantó un récord: 3 horas y 37 minutos

En su cuenta oficial de X, el jefe de Estado se extendió un poco más y publicó un video en el que parece estar escribiendo su discurso. Mencionó «compromisos en más seguridad para las familias, apoyo económico, mayor protección social y una nutrida agenda para el desarrollo justo y sostenible».

Se prevé que tienda la mano a la oposición, que estos dos años han complicado su mandato. «Enfrenta desafíos para aprobar su legislación debido a la necesidad de negociar con diversas fuerzas políticas», resumió la Olpal.

La coalición de izquierda que lidera cuenta con 70 diputados y 23 senadores, una «base legislativa sólida», pero insuficiente para admitir su agenda política, matizó la Olpal. «También se ve ante el problema de que leyes propuestas desde la oposición y que son contrarias a su proyecto terminan siendo aprobadas», añade Acebey.

Choque de poderes

Las limitaciones de Boric han sido habituales en América Latina con un Gobierno minoritario en el Parlamento. En el caso chileno, la conformación de curules quedó marcada en primera vuelta, en la cual el dignatario obtuvo el 25,9 % de los votos.

«Para todo liderazgo presidencial, el contar con mayorías parlamentarias es un recurso de poder fundamental. En la medida que un presidente cuenta con mayorías podrá avanzar en sus proyectos. Pero cuando un presidente no cuenta con este recurso, se ve en la situación de Boric», comenta el politólogo.

Aun así, sus fuerzas en el Congreso lograron autorizar la reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas, el aumento del salario mínimo de 361 a 517 dólares, la gratuidad en el sistema de copago de salud y el cobro de pensiones alimenticias a padres y madres deudores.

«Nos ha faltado consenso», reconoció el jefe de Estado el 14 de mayo anterior, ese día participó en el Encuentro Anual de la Construcción 2024, organizado por la Cámara Chilena de la Construcción (CChC).

Esa mañana, durante el desayuno anual de la CChC, apeló a la «convergencia» con las empresas privadas y específicamente con sus adversarios. «Desde el Gobierno tendemos la mano, estamos disponibles para llegar a acuerdos porque entendemos que es la manera de mejorar nuestro país, para eso necesitamos reciprocidad, acá la encontramos. Espero que eso sea contagioso«, cerró.

El estigma

Su conferencia terminó en medio de aplausos y saludos, pero minutos antes la sala de empresarios permaneció en silencio mientras Boric abogaba por una nación con crecimiento, pero con redistribución de la riqueza.

Como en otras ocasiones, abogó por la «cohesión social» en una de las naciones más desiguales de la región. En su opinión, «una sociedad más justa y más dinámica», generará «una paz social que sea duradera».

«Durante el último tiempo, por parte de algunos sectores políticos, se ha instalado una visión de lo que sucedió en el 2019 como si hubiese sido solamente un estallido de violencia y delictual», criticó Boric. «Creo que es importante recordar el malestar y las demandas que habían detrás de las movilizaciones que hubo en esa época», agregó.

En ese sentido, analistas especulan con la posibilidad de que el mandatario anuncie una política de reparación integral para las víctimas de violaciones de derechos humanos. Según las querellas presentadas por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), siete personas fallecieron por la acción de agentes del Estado.

«Si no somos capaces de solucionar aquello, podremos postergarlo, se podrá meter debajo de la alfombra, pero finalmente la falta de cohesión social nos va a terminar pasando la cuenta como país», advirtió.

Próximo paso

En su cuenta pública probablemente el líder del Frente Amplio (FA) chileno se referirá al llamado «pacto fiscal», una de sus propuestas más preponderantes. Es una de las grandes reformas sociales que no ha trascendido en el Congreso, junto a la pensional.

Consultado por RT, Acebey consideró que el fracaso en la aventura constituyente se explica, entre una variedad de factores, en la «imposibilidad de incrementar sus recursos de estrategia política y ejercer el control sobre la agenda temática del texto llevado adelante por los representantes de su espacio y sector».

En aquella ocasión, la Convención Constitucional estuvo compuesta mayormente por independientes —luego la mayoría la ejerció la derecha más conservadora—. En principio, se creía que estos elegidos, de amplios ámbitos, estaban más orientados al progresismo del FA.

Sin embargo, implementaron una guía diferente. «Boric no tuvo la capacidad de liderar el proceso y coordinar a los constituyentes que asumieron como independientes», señala el experto de la Olpal.

«El accionar de muchos de estos constituyentes fue el principal elemento que utilizaron los sectores tradicionales de Chile para deslegitimar la Convención», sostiene.

Y el principal vocero opositor en esa índole fue Kast, quien ahora ha tomado el testigo de la derecha y se encamina a una nueva candidatura a la Moneda.

El antagonismo

En 2026 habrá nuevo jefe de Estado, la ley en Chile prohíbe la reelección inmediata. Aunque han sonado otros nombres, como el de la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei, el fundador del Partido Republicano parte con la ventaja mediática.

Kast ha tenido una agenda internacional vertiginosa, ha ido de la Hungría de Viktor Orbán a El Salvador de Nayib Bukele, pasando por el foro de ultraderecha celebrado hace poco en Madrid, recogiendo ideas y exponiendo su visión del mundo.

«Kast ha logrado consolidar un liderazgo basado en el logro de un importante caudal electoral. Sin embargo, también es una figura que cuenta con un importante rechazo, y eso se vio plasmado en el resultado de la segunda vuelta electoral», atenúa Acebey.

Igual la tendencia para el oficialismo no es halagüeña. De acuerdo a Cadem, la encuestadora de mayor alcance en Chile, la desaprobación de Boric es del 65 %, aunque consignó este mes un aumento de dos puntos en su aceptación (30 %).

Entre sus atributos, un 43 % valora su diagnóstico claro sobre la situación política y social en el país. Un poco más atrás, un 33 % considera que da garantías de gobernabilidad.

«Boric ha buscado confrontar con estos sectores ultraconservadores, expresando un discurso centrado en los valores de la democracia y la inclusión social y la equidad», asegura Acebey.

El especialista lo asemejó con el caso brasileño, en el cual el presidente Luiz Inácio Lula da Silva «también expresa un discurso que pone el foco en los valores de la democracia y la inclusión para diferenciarse» de su antecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).

«A Lula esto le ha funcionado también por el intento de golpe de Estado que tuvo lugar en Brasil y que fue impulsado por Bolsonaro. En el caso de Chile, podríamos decir que Boric ha logrado apoyos circunstanciales de sectores ajenos a su Gobierno en la medida que logra alinearlos detrás de un discurso democrático«, destaca.

Empero el tiempo corre. El propio Kast habló el viernes de la «cuenta regresiva para el fin de este mal Gobierno». Boric necesita renovar sus convenios para cerrar un mandato que nació en medio de una ebullición de esperanzas, pero que se ha ido apagando.

«No tomemos atajos, no hay soluciones fáciles», pidió Boric en su mensaje ante la CChC, en el que insistió en su plan para Chile.

 

 

 

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