El secretario de Estado de EE.UU. realiza reuniones con funcionarios y empresarios en Shanghái antes de partir hacia Pekín.
El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, se entrevistó con funcionarios gubernamentales de Shanghái este jueves, su primera jornada completa de actividades en China, adonde llegó el miércoles.
Así, el diplomático estadounidense se reunió con el líder local del Partido Comunista de China, Chen Jining, al que trasladó el compromiso del presidente Joe Biden con un diálogo «directo y sostenido» entre los dos países tras años de crecientes tensiones.
«Creo que es importante subrayar el valor -de hecho, la necesidad- del compromiso directo, del compromiso sostenido, de hablar entre nosotros, de exponer nuestras diferencias, que son reales, tratar de superarlas y buscar formas de cooperar en lo que podamos», dijo.
«Tenemos la obligación ante nuestros pueblos y, de hecho, ante el mundo, de gestionar las relaciones entre nuestros dos países de forma responsable. Esa es nuestra obligación y la tomamos muy en serio», sostuvo.
Blinken expresó las preocupaciones de su Administración por la «política comercial y las prácticas económicas ajenas al mercado» de China, según informó el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
El alto funcionario manifestó también que su país busca una «competencia económica sana y la igualdad de condiciones para los trabajadores y empresas estadounidenses que operan en China», según recoge Reuters.
Por su parte, Chen recordó que el reciente contacto entre los líderes de ambos países aportó al «desarrollo estable y sano de las relaciones» entre las dos naciones. «Que elijamos la cooperación o la confrontación afecta el bienestar de ambos pueblos, ambos países y el futuro de la humanidad», declaró.
- La visita de tres días, que incluirá conversaciones con el ministro de Exteriores Wang Yi en Pekín, coincide con la aprobación por el presidente Joe Biden de un gran paquete de ayuda al extranjero.
- Esta medida, que se concretó el miércoles, podría enturbiar aún más las ya complicadas relaciones bilaterales, porque estipula 8.000 millones de dólares para contrarrestar la política china hacia Taiwán, isla autogobernada que Pekín considera parte integral de China, así como las pretensiones del gigante asiático en el mar de la China Meridional.