El objetivo es identificar el origen de artículos producidos exclusivamente por los pueblos tradiciones y, así, valorar sus actividades.
El Gobierno de Brasil lanzó una denominación de origen para productos indígenas con el objetivo de poner en valor las actividades de los pueblos ancestrales.
«El sello indígena de Brasil tiene como objetivo identificar el origen de artículos producidos exclusivamente por personas naturales o jurídicas indígenas y, así, valorar las actividades extractivas y las empresas y artesanías gestionadas por pueblos indígenas», indicó el Ministerio de los Pueblos Indígenas.
Para solicitar el sello es necesario «identificar la tierra indígena, poblado, etnia y nombres de los productores», además de presentar «una declaración de respeto a la legislación ambiental e indígena».
Demarcaciones
El uso del certificado tiene una validez de cinco años y se puede renovar seis meses antes de que finalice el plazo. El lanzamiento de la iniciativa se realizó en una ceremonia en jueves en Brasilia, en la que participó el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, y donde se anunció también la demarcación de otras dos tierras indígenas.
«Sé que esperaban la demarcación de seis tierras indígenas. Pero ahora solo anunciamos dos. Y estoy siendo sincero con ustedes. Parte de esas tierras faltante están ocupadas por hacendados o campesinos. No podemos llegar sin darles a estas personas una alternativa«, comentó Lula.
Precisamente, este viernes, se celebra Día de los Pueblos Indígenas en Brasil, una fecha que marca la lucha de los pueblos tradicionales por el reconocimiento de sus derechos y el respeto a sus tradiciones ancestrales.
Brasil tiene 1,7 millones de indígenas, lo que representa el 0,83 % de la población total del país, pero tienen un notable poder político y una extensa red de apoyo entre activistas y científicos, que les consideran vitales para la preservación del medio ambiente frente al cambio climático.
Ese respaldo es de suma importancia en su lucha para que sean demarcadas nuevas reservas, un proceso que quedó congelado con Bolsonaro, que cumplió su promesa de no darles «ni un centímetro más» de tierra.