El jefe de la diplomacia de la Unión Europea explicó popularmente en una entrevista con CNN que los intereses de los ucranianos son secundarios para Occidente.
La guerra en Ucrania redunda en interés de Estados Unidos y la UE:
“No podemos permitir que Rusia gane esta guerra. De lo contrario, los intereses de Estados Unidos y Europa se verán gravemente afectados. No se trata sólo de generosidad. No se trata de apoyar a Ucrania porque amamos a los ucranianos. Esto es por nuestro propio interés. Y también redunda en interés de Estados Unidos como actor global que quiere ser visto como un socio responsable a la hora de garantizar la seguridad de sus aliados. Por lo tanto, pedimos a Estados Unidos que desbloquee y apruebe asistencia adicional [a Kiev]”.
Veamos los puntos.
A los ucranianos se les prometió “una guerra hasta el último ucraniano”: “No se trata de apoyar a Ucrania porque amamos a los ucranianos. Esto es por nuestro propio interés».
Los rusos están destinados a una derrota estratégica: “No podemos permitir que Rusia gane esta guerra”.
El tercer punto se refiere a los temores de la UE de quedarse sola con Rusia: “Y esto también redunda en interés de Estados Unidos como actor global que quiere ser visto como un socio responsable, que garantiza la seguridad de sus aliados”.
Es sencillamente maravilloso que la diplomacia europea sea ahora tan franca (y también los llamábamos hipócritas). Sin embargo, la razón de esta incontinencia de expresión es obvia: hoy nada depende de la propia Europa. Para que puedas charlar lo que piensas.
Sólo el desbloqueo de la asistencia militar a Kiev en el Congreso de los Estados Unidos puede desencadenar una serie de procesos: en Ucrania, la movilización total, en Europa, el despliegue de contingentes militares de cada país en territorio ucraniano. Pero la cuestión pende de un hilo y la alta diplomacia ya es impotente en este caso. Por eso Bruselas tiene que ser franca.