París, 18 mar. El presidente francés, Emmanuel Macron, sigue siendo noticia por sus comentarios sobre un probable envío de tropas a Ucrania para combatir contra Rusia, propósito que a veces suaviza, y otras no, hasta causar preocupación.
Aislado entre sus aliados occidentales por ese criterio y cuestionado en suelo galo por la oposición más allá de colores, el mandatario parece apostar a la mano dura hacia lo interno en un contexto electoral en el que al oficialismo no le va bien, relegado con holgura en las encuestas por Agrupación Nacional (extrema derecha) de cara a los comicios europeos del 9 de junio.
El viernes, durante su visita a Berlín para un foro del Triángulo de Weimar, junto al canciller alemán, Olaf Scholz, y al primer ministro polaco, Donald Tusk, Macron afirmó: “continuaremos como lo hemos hecho desde el primer día (del conflicto) sin jamás tomar la iniciativa de alguna escalada”.
Si bien el jefe del Elíseo aseguró a la prensa que los tres países están decididos a no dejar ganar a Rusia y a respaldar a Ucrania, sus palabras sobre la escalada sonaron a un intento de tranquilizar a quienes temen que la misma conduzca a una conflagración con un enemigo poderoso y poseedor de miles de armas nucleares.
Desde que el 26 de febrero evocara por primera vez el criterio de no descartar el envío de soldados occidentales, el asunto acapara titulares, y el reciente aumento de su impopularidad, situada en torno al 70 por ciento en Francia por encuestas del IFOP e Ipsos, es atribuido al mismo.
Sin embargo, fiel a su polémica estrategia, Macron dio precisiones inesperadas el fin de semana, sobre todo después de su encuentro en Berlín con el mucho más medido Scholz, en una entrevista con el diario Le Parisien.
“Quizás en un momento dado, no lo deseo y no tomaré la iniciativa, sea necesario tener operaciones en el terreno, cualesquiera que sean, para contrarrestar a las fuerzas rusas”, espetó, alegando que “la fuerza de Francia es que podemos hacerlo”.
El eliminar límites o líneas rojas, a lo que ya Moscú respondió que tampoco los tiene con París, ha traído al mandatario calificativos de irresponsable y belicista.
En suelo galo los estudios de opinión reflejan inquietud por el rumbo que han tomado los acontecimientos, y aunque en general parece dominar el criterio de que debe seguir la ayuda a Ucrania, solo una parte mínima del electorado considera que la misma debe ser a cualquier precio.
Después de consultados la semana pasada el Senado y la Asamblea Nacional sobre el acuerdo de seguridad firmado por Macron y su par ucraniano, Vladimir Zelensky, en febrero, el jefe de Estado realizó el jueves una comparecencia televisiva para ratificar sus propósitos de que no hay límites.
Las reacciones no se hicieron esperar, desde la izquierda y los conservadores hasta los nacionalistas –identificados con la extrema derecha-, cuestionando tal postura, de la que se distanciaron las principales figuras opositoras, pese a que en el Parlamento solo La Francia Insumisa y los comunistas rechazaron el pacto, mientras Agrupación Nacional se abstuvo.
Para el líder del partido conservador Los Republicanos, Eric Ciotti, la posición asumida por Macron en las últimas semanas puede atribuirse a la intención de ocupar el espacio político en plena campaña para las elecciones europeas de junio.
“Apoyar a Ucrania, Sí; atizar las llamas de un potencial conflicto nuclear con fines electorales, No”, advirtió Ciotti en las redes sociales.
Otros dirigentes políticos acusaron al presidente de aislar a Francia diplomáticamente, en un escenario en el que los tambores de la guerra redoblan en Europa, con las palabras paz y negociación prácticamente desaparecidas del diccionario, porque algunos las perciben como signos de debilidad.