Un grupo de investigadores de instituciones científicas estadounidenses y ucranianas constató que los gusanos microscópicos que recolectaron en la zona de exclusión de Chernóbyl no han sufrido ningún daño en sus genomas pese a estar expuestos a la radiación del lugar, informó este martes la Universidad de Nueva York.
La explosión del reactor número 4 de la central nuclear de Chernóbyl en 1986, en la entonces Unión Soviética, provocó el peor accidente nuclear de la historia, liberando al medio ambiente radiación cancerígena y restos irradiados. Tras la catástrofe, las personas que vivían en la zona de exclusión abandonaron sus hogares, pero la fauna y flora del área continuaron expuestos a la radiación del lugar.
Anteriores investigaciones han demostrado que ciertos especímenes animales provenientes de Chernóbyl son física y genéticamente diferentes de sus pares de otras partes del planeta, por lo que la comunidad científica se cuestionó sobre el efecto de la radiación crónica en su ADN.
En un nuevo estudio publicado en la revista PNAS se reportó la ausencia de mutaciones genéticas en los nematodos (unos pequeños gusanos con genomas simples y una reproducción rápida) que procedían de las áreas de alta y baja radioactividad de la zona de exclusión.
Tras cultivar y criopreservar 298 nematodos aislados, los científicos secuenciaron los genomas de 15 ejemplares de ‘Oscheius tipulae’, una especie que se ha empleado previamente en experimentos genéticos y evolutivos. Al comparar el genoma de los ‘O. tipulae’ de Chernóbyl con el de cinco ejemplares de otros lugares del mundo, descubrieron que los primeros no sufrieron alteraciones en sus materiales genéticos.
«Esto no significa que Chernóbyl sea seguro; más bien significa que los nematodos son animales realmente resistentes y pueden soportar condiciones extremas», indica Sophia Tintori, que recalca que se desconoce el tiempo que permanecieron expuestos a la radiación «cada uno de los gusanos y sus ancestros» analizados.
¿Son los gusanos de Chernóbyl realmente resistentes a la radiación?
En un intento por conocer si la falta de mutaciones se correspondía con una capacidad única para tolerar daños en el ADN, los expertos se dispusieron a examinar los genomas de 20 cepas (linajes) de ‘O. tipulae’. Si bien las pruebas revelaron que las cepas de gusanos eran diferentes entre sí en cuanto a qué tanto toleraban el daño de sus genomas, estas diferencias no coincidían con los niveles de radiación en cada uno de los lugares donde fueron recolectados.
Los resultados sugieren que los gusanos de Chernóbyl no son necesariamente más resistentes a la radiación y que el entorno radioactivo en el que se encuentran tampoco los ha obligado a evolucionar. Ahora los autores de la investigación se dedicarán a estudiar por qué algunos humanos responden diferente a las sustancias químicas que dañan el ADN.