«Más fiable que Estados Unidos»: los países de Oriente Medio ven en China «una potencia estabilizadora»

El deterioro de la imagen de Estados Unidos en Oriente Medio, debido a su apoyo a la ofensiva israelí en Gaza, abre espacio para que China estreche lazos con países de la región de gran importancia para la Nueva Ruta de la Seda, señalan a Sputnik varios analistas.

La crisis desatada en Oriente Medio tras la ofensiva israelí contra Hamás, lanzada el 7 de octubre, y la implicación de otros actores en el conflicto, como el grupo libanés Hizbulá y las milicias hutíes que llevan a cabo ataques contra barcos en el mar Rojo en apoyo de la causa palestina, contribuyeron a la corrosión de la imagen de EEUU en la región, debido al apoyo incondicional de Washington a Tel Aviv, a pesar de las críticas de la comunidad internacional a la actuación de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en la Franja de Gaza.

Mientras tanto, los analistas apuntan a que el escenario actual favorece los planes del gigante asiático de ampliar su presencia en la región de Oriente Medio y fortalecer su poder blando allí. Además, los expertos explicaron a Sputnik cómo esta ampliación beneficia los proyectos de la iniciativa de la Franja y la Ruta, además de ayudar a fortalecer a China como voz activa del sur global en la región.

Los intereses de China en Oriente Medio son polifacéticos y estratégicos, señala el doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo, Alexandre Coelho.

«En un contexto de crecientes tensiones comerciales y diplomáticas con EEUU y Europa,

China trata de intensificar sus relaciones con Oriente Medio y Latinoamérica, especialmente Sudamérica. Esta diversificación refleja la estrategia de Pekín para reducir vulnerabilidades y ampliar su influencia global», afirma Coelho, quien también es diplomado en Geopolítica por el Instituto de Geopolítica de Ginebra, experto del think tank Observa China y secretario del Comité de Estudios sobre Asia y el Pacífico de la Asociación Internacional de Ciencia Política (IPSA).

Oriente Medio ofrece a China seguridad energética, centrada en el petróleo y el gas natural, pero añade que los intereses de Pekín «se complementan con ambiciones geopolíticas y económicas más amplias», señala Coelho.

«Los proyectos de infraestructuras de la Iniciativa de la Franja y la Ruta [también conocida como la Nueva Ruta de la Seda] han solidificado el compromiso chino en infraestructuras críticas en los países del Golfo e Irán, impulsando las relaciones comerciales y sustituyendo a la Unión Europea como principal socio del Consejo de Cooperación del Golfo», subraya.

De acuerdo con el experto, «la presencia militar estadounidense en Oriente Medio es vista por China como un riesgo potencial para su abastecimiento energético, lo que convierte a la región en un foco de vulnerabilidad», lo que explica el aumento de los esfuerzos de la vigilancia y de los diplomáticos de Pekín.
China vigila de cerca los puntos estratégicos de tráfico marítimo, como el estrecho de Ormuz y el canal de Suez, que, aunque bajo vigilancia estadounidense, son susceptibles de bloqueo, afirmó Coelho.

«En el ámbito diplomático, China promovió la primera Cumbre China-Estados Árabes y la Cumbre China-Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG), así como el acuerdo de distensión entre Arabia Saudita e Irán, reforzando la búsqueda de asociaciones estratégicas y el desarrollo económico regional. Las significativas inversiones en infraestructuras, como las empresas conjuntas en la Terminal Gateway del mar Rojo y los proyectos en Irak e Irán, ponen de relieve la importancia de Oriente Medio para la Nueva Ruta de la Seda marítima», agregó.

«China no solo refuerza su seguridad energética y su posición geopolítica, sino que también promueve la estabilidad regional, esencial para mantener y ampliar sus rutas comerciales y sus proyectos de infraestructuras», destacó Coelho.

Sin embargo, una excepción a esta lógica es la postura de Pekín ante los recientes ataques de los hutíes en el mar Rojo, que han puesto en peligro el comercio mundial en su conjunto y, en particular, a los países occidentales y a la propia China, afirma el analista.

«La posición histórica de China ha sido siempre la de evitar el conflicto o la implicación militar, incluso cuando sus intereses pueden estar en peligro. China siempre ha buscado trabajar entre bastidores o a través de la diplomacia y la presión política y económica, lo que parece estar haciendo con Irán, que patrocina a los hutíes. Las acciones militares de China son sobre todo en misiones de paz dirigidas por la ONU», explica la postura del país asiático Coelho.

El deterioro de la imagen de EEUU en Oriente Medio contribuye a los esfuerzos de China en los últimos años por alzarse «como una potencia responsable, un país en desarrollo con ciertas responsabilidades y como promotor de bienes públicos globales», señala el principal experto del think tank Observa China, Renato Ungaretti.
China refuerza mucho la agenda del desarrollo, la cooperación y la estabilidad, no del conflicto, de acuerdo con el analista.

«En cierto modo, una imagen de EEUU muy vinculada a estos conflictos y a la inestabilidad en la región puede acabar reforzando la imagen de China como un cierto contrapunto, como un actor que apuesta por el desarrollo, por la financiación de infraestructuras, entre otras cuestiones muy necesarias para los países de la región», destaca Ungaretti.

Muchos países de Oriente Medio están de acuerdo con la política exterior de Pekín de no intervención en los asuntos internos de otros países, así como con el principio de no discriminación, señala el experto. Esto abre espacio para que China se presente como una voz activa del Sur Global en la región, promoviendo el desarrollo, añade.

Pekín acaba dando prioridad a la agenda del desarrollo en detrimento de otras agendas más universales que suelen perseguir los países desarrollados, afirma Ungaretti. «Así que creo que esto puede ser consecuencia de un proceso que ya está en marcha, un proceso continuo de China colocándose en esta posición de promover el desarrollo en el Sur Global», subraya.

«Los países de Oriente Medio pueden ver en China un socio económico y político más fiable y menos volátil que Estados Unidos, especialmente si China sigue promoviendo la estabilidad a través de su diplomacia y sus acuerdos económicos», expresa su acuerdo Coelho.

Además, Pekín podría aprovechar la oportunidad para promover sus empresas estatales y privadas como actores clave en proyectos de desarrollo regional, ampliando su acceso a mercados estratégicos y recursos naturales, opina el analista. «La participación en proyectos de infraestructuras, como la construcción de terminales portuarias y el desarrollo de redes de telecomunicaciones 5G por parte de Huawei, reforzaría su influencia económica y fortalecería su presencia estratégica en Oriente Medio», explica Coelho.

«Desde el punto de vista geopolítico, la creciente influencia de China en la región también podría contribuir a un realineamiento del poder regional que favorezca los intereses chinos a largo plazo, especialmente en lo que respecta a su iniciativa de la Franja y la Ruta y el acceso garantizado a las rutas marítimas y los recursos energéticos», señala el analista. China también puede ser vista como un mediador más neutral en los conflictos regionales, aumentando su poder blando y su capacidad para influir en los resultados políticos de la región, explica.

¿Por qué China evita involucrarse en conflictos?
A la pregunta de por qué Pekín, potencia militar y nuclear con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, evita implicarse militarmente en asuntos exteriores, Coelho señala que «ideológicamente, la postura china está marcada por los principios de coexistencia pacífica, que hacen hincapié en el respeto de la soberanía y la integridad territorial, la no agresión, la no injerencia en los asuntos internos, la igualdad y el beneficio mutuo».

Estos principios han constituido la base del planteamiento de la política exterior china desde la creación de la República Popular. Desde un punto de vista pragmático, China es consciente de que implicarse militarmente en Oriente Medio podría entrañar más riesgos que beneficios, explica su posición el analista.

«La región es conocida por su política extremadamente compleja, que a menudo se traduce en conflictos prolongados e inestabilidad. Evitando implicarse militarmente, China puede mantener relaciones comerciales estables con todos los Estados de la región, sin enredarse en alianzas u hostilidades que podrían afectar negativamente a sus intereses económicos», agrega Coelho.

China también sabe utilizar su posición en el Consejo de Seguridad de la ONU para influir en los acontecimientos de la región sin recurrir a la fuerza militar, subraya. «Aunque se ha desmarcado de los fracasos estadounidenses en los conflictos de Irak, Libia y Siria, China no ha ejercido su poder de veto de forma agresiva, optando por un enfoque más sutil y estratégico», añade el experto.

«En resumen, el enfoque chino en Oriente Medio está guiado por un deseo de estabilidad regional que favorece sus ambiciones económicas globales y una filosofía de las relaciones internacionales que valora la soberanía y la no intervención», concluyó Coelho.

¿Qué importancia tiene Oriente Medio para la Nueva Ruta de la Seda?
Al optar por la diplomacia en estos momentos de crisis, China beneficia a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, que tiene a Oriente Medio como región estratégica por razones logísticas, energéticas y comerciales, destaca Ungaretti.

«Por supuesto, hay una serie de proyectos y tratados que afectan a esta región, y es de gran interés para Pekín por estas cuestiones de seguridad energética y desarrollo. Y obviamente la Ruta de la Seda forma parte de este proceso», explica el analista.

Subraya que la importancia de Oriente Medio para China se demostró cuando Pekín apoyó la expansión de los BRICS, mediando en la entrada de países de la región, como Irán y Arabia Saudita.

«La relación, digamos, armoniosa y menos conflictiva entre Irán y Arabia Saudita, este acuerdo contó con la mediación de China e incluso propició la entrada de estos dos países en los BRICS, así como de Egipto y otros países. Así que tenemos a Oriente Medio como una zona de creciente interés para la política exterior china, por razones económicas, estratégicas y energéticas». China puede reforzar su papel y fortalecer su discurso como país socio del sur global, un país que contribuye al desarrollo, un país que se muestra como alternativa a este escenario internacional tan adverso de crisis e incertidumbre, de acuerdo con Ungaretti.

«La eficacia del poder blando chino en medio de la crisis geopolítica de Oriente Medio refleja un enfoque calculado por Pekín, especialmente teniendo en cuenta el conflicto entre Israel y Hamás», subraya Coelho.

«Las iniciativas humanitarias durante la pandemia de COVID-19 y la promoción cultural, así como los esfuerzos educativos, incluida la creación de Institutos Confucio, son expresiones de esta estrategia para cimentar una imagen positiva y responsable», afirma.

En su opinión, esta estrategia no está exenta de riesgos, ya que «la falta de compromiso directo en los esfuerzos de paz puede percibirse como una falta de liderazgo mundial», lo que supone un desafio para Pekín. «China camina así por una fina línea entre mantener su imagen de respetabilidad y ejercer una influencia activa en la resolución de conflictos, lo que es esencial para una proyección eficaz del poder blando», agrega.

Oriente Medio tiene una importancia estratégica significativa para la Nueva Ruta de la Seda de China, no solo por la seguridad energética que la región garantiza a Pekín, sino también por su posición estratégica, afirma el experto.

«La ubicación geográfica de Oriente Medio, como puente entre Asia y Europa, convierte a la región en un punto de tránsito crucial para las rutas comerciales y de infraestructuras de la iniciativa china. Las inversiones en puertos, carreteras, ferrocarriles y otras infraestructuras son clave para la conectividad y la eficiencia logística del proyecto, facilitando el flujo de comercio e inversión», explica Coelho.

Las inversiones chinas en países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Catar van más allá de la energía, abarcando sectores como la construcción, las telecomunicaciones, la tecnología y las finanzas, señala el analista. Estos proyectos diversifican las relaciones económicas de China y refuerzan los lazos diplomáticos con naciones clave de la región, agrega.

«Por lo tanto, Oriente Medio es vital para la iniciativa de la Franja y la Ruta no solo como proveedor de recursos energéticos, sino también como socio estratégico en proyectos de infraestructuras y eslabón crucial en las rutas comerciales y de inversión destinadas a mejorar la interconectividad mundial», afirma Coelho.

¿Podrían los ataques hutíes en el mar Rojo beneficiar a los ferrocarriles chinos?
Los ataques llevados a cabo por los hutíes en el mar Rojo han afectado al flujo del comercio mundial y han impulsado la búsqueda de rutas alternativas para el transporte de mercancías.

Al preguntarle sobre si esta tendencia podría aumentar la demanda de ferrocarriles construidos o financiados por China, Coelho señala que «en el contexto del transporte transcontinental, la dependencia de un sistema multimodal es la norma, no la excepción».

«El transporte ferroviario exclusivo de mercancías entre China y Europa, África y Oriente Medio se enfrenta a numerosas barreras prácticas que hacen que esta opción sea poco probable y, en muchos casos, inviable», explica el experto.

«La eficacia del transporte multimodal reside en su flexibilidad y capacidad de adaptación a los retos logísticos. El mayor uso del ferrocarril como parte de este sistema puede ser una respuesta a las interrupciones del transporte marítimo, pero no sustituirá a los demás modos. Por el contrario, es más probable que se refuerce la integración y la cooperación entre los distintos modos de transporte para garantizar la continuidad y la seguridad del comercio internacional», agrega Coelho.

En este contexto, aunque la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda pretende reforzar y ampliar las rutas comerciales entre China y otras regiones, incluidos Oriente Medio y Europa, la realidad del comercio transcontinental seguirá dependiendo de un enfoque multimodal, afirma el analista.

«El ferrocarril desempeña un papel importante en este sistema, pero como parte de una red integrada que incluye y a menudo depende de las rutas marítimas», añade.

Esta tendencia es difícil de predecir, de acuerdo con Ungaretti. Es posible que se produzca un aumento de la demanda de ferrocarril, pero subraya que «se trata de un fenómeno que ya se está produciendo», señala.

«Era precisamente una de las propuestas de la Nueva Ruta de la Seda, expandir este comercio terrestre por ferrocarril y carretera, uniendo China y Asia Oriental en general, que sería el epicentro productivo de la economía mundial con Europa como gran centro consumidor», concluyó Ungaretti.

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