La «incipiente fatiga con Ucrania» inquieta a expertos de la Conferencia de Seguridad de Múnich

La percepción de riesgos en el G7 y en el BRICS ha caído en casi todos los indicadores relacionados con el conflicto ruso-ucraniano, según el último informe de la organización.

En el mundo empieza a percibirse cierto cansancio con el problema de Ucrania, señala un informe sobre las percepciones globales de riesgos publicado en vísperas de la Conferencia de Seguridad de Múnich, que arranca este viernes en Alemania.

El Índice de Seguridad de Múnich 2024 llama la atención sobre la «incipiente fatiga con Ucrania», que se refleja en «la caída de apoyo público a la prestación de más ayuda» al país eslavo, a la entrega de armamento pesado o a la imposición de nuevas sanciones a Rusia.

Entre los indicios de este cansancio se señalan las diferencias surgidas en el seno de la clase política, tanto en EE.UU. como en la Unión Europea, que han detenido la asistencia financiera y militar a Ucrania a largo plazo, así como la falta de consenso sobre la incorporación de Ucrania a la OTAN y a la UE.

«Los aliados discrepan sobre las medidas concretas y las garantías provisionales de seguridad para Ucrania mientras siga luchando en una guerra caliente», se lee en el informe, basado en datos recopilados por la Conferencia de Seguridad de Múnich y Kekst CNC.

Desde el informe del año pasado, la percepción de riesgos ha caído en casi todos los indicadores relacionados con el conflicto ruso-ucraniano, incluido el uso de armas nucleares y la interrupción de suministros de energía.

«Aunque Rusia era el principal riesgo para cinco países del G7 el año pasado, sólo los ciudadanos del Reino Unido y de Japón siguen considerándolo así», se señala en el informe, basado en una encuesta a 12.000 personas de los países del G7 y el BRICS, excepto Rusia.

Mientras tanto, los expertos instan a la UE y a la OTAN a duplicar su ayuda a Ucrania con «sustancial y sostenida» asistencia política, financiera y militar.

Se argumenta que la operación militar rusa ha obligado a la UE a considerar la ampliación como una «herramienta geoestratégica para sacar a los países de la zona gris», es decir, aquella situada entre Rusia, por un lado, y la UE y la OTAN, por el otro.

«Pero no está claro cuán rápido puede suceder y si todos los miembros están dispuestos a asumir los costes«, reza el documento.

 

 

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