El Reino Unido se enfrentará a la inflación más alta del G7 en 2024, y Alemania cerrará el top 3

El Reino Unido experimentará en 2024 la tasa de inflación más alta de los países del Grupo de los Siete (G7), informa la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), mientras que Alemania «se empobrece» con su tercer puesto. La subida de precios es debida en gran medida a las restricciones impuestas por Occidente a Rusia.

La tasa de inflación del Reino Unido será del 2,8% en 2024, siguiéndole Francia con el 2,7%, mientras que Alemania, Canadá y Japón compartirán el tercer puesto (2,6%), pronostica la institución en su informe económico de febrero.

En Estados Unidos, el crecimiento de los precios ascenderá al 2,2%, y la inflación más baja entre los países del G7 se prevé en Italia (1,8%), afirma. Al mismo tiempo, según las previsiones de la OCDE, el Reino Unido no podrá alcanzar el objetivo de inflación del 2% ni siquiera en 2025, y se espera que sea del 2,4% para ese año.

En cuanto a Alemania, la elevada inflación y la subida de los tipos de interés contribuyeron al declive de la economía alemana, alarman medios locales. Así, la fuerte inflación —con la media del 5,9% a finales de 2023— redujo el poder adquisitivo de los hogares, lo que frenó el consumo, revela Zeit.

Con respecto al crecimiento económico para 2024, la OCDE lo redujo casi a la mitad, hasta el 0,3% en sus pronósticos. Los datos de producción industrial alemana, por otra parte, muestran que se encuentra ahora en su nivel más bajo desde la crisis financiera mundial de 2008.

«Ya no somos competitivos. Cada vez somos más pobres porque no tenemos crecimiento económico», reconoció el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner.

A su vez, la Oficina Federal de Estadística del país (Destatis) detalló que el producto interior bruto (PIB) de Alemania cayó un 0,3% en 2023, y el volumen de producción industrial a finales de ese mismo año disminuyó un 2% respecto al año anterior.

Tras el inicio de la operación especial de Rusia, el Occidente Global aumentó la presión sobre Moscú, provocando la interrupción de cadenas de suministro y, como resultado, una subida de los precios de los bienes y servicios en Europa y Estados Unidos. El aumento del coste de la vida afectó a millones de hogares en los países del G7, forzando a algunos líderes occidentales a reconocer el fracaso de la política de medidas punitivas contra Rusia y su «inmunidad a las sanciones de Occidente».

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