Se estima que el feroz bloqueo se cobró la vida de entre 600.000 y más de un millón de habitantes.
Este sábado, Rusia conmemora el 80.º aniversario del levantamiento del sitio de Leningrado (la actual ciudad de San Petersburgo), el asedio más feroz y mortífero de la Segunda Guerra Mundial y uno de los más largos en la historia de la humanidad. El bloqueo de la ciudad por parte de las tropas de la Alemania nazi se inició el 8 de septiembre de 1941 y duró hasta el 27 de enero de 1944.
En aquel momento, en la ciudad quedaban más de 2,5 millones de habitantes, entre ellos 400.000 niños. Durante 872 días de asedio, perdieron la vida 632.000 personas, según los datos presentados en el juicio de Nuremberg, mientras que, según otras estimaciones el número de muertos alcanzó más de un millón. El 97 % de los habitantes que murieron fue a causa del hambre y solo el 3 % durante los bombardeos de las tropas alemanas.
Comienzo del sitio
Los nazis entraron en el territorio de la región de Leningrado en julio de 1941. La línea defensiva creada por las tropas soviéticas en los primeros días de la guerra retrasó el avance del enemigo durante casi un mes y dio a los defensores de la ciudad la oportunidad de reforzar la defensa.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos del Ejército Rojo, los alemanes y sus aliados finlandeses seguían asediando la ciudad desde distintas direcciones, y el 2 de septiembre cortaron la última vía de ferrocarril que unía Leningrado con el resto de la URSS. En menos de una semana la urbe estaba completamente rodeada. Solo quedaba una vía de comunicación a través del lago congelado Ládoga, conocida como el ‘Camino de la vida’, pero los cargamentos que lograron transportar bienes por esa ruta fueron insuficientes para abastecer a la población de la ciudad.
«Borrar Leningrado de la faz de la tierra»
A principios del bloqueo la ciudad fue sometida a bombardeos masivos y regulares destinados a causar el máximo daño. Los objetivos de los ataques eran todo tipo de objetos civiles: paradas de tranvía, calles de la ciudad, hospitales, etc. Prácticamente no había electricidad, ni calefacción. Los almacenes de alimentos donde se guardaban miles de toneladas de productos quedaron completamente destruidos. En total, durante el asedio, los fascistas lanzaron 107.000 bombas aéreas sobre la urbe y dispararon 150.000 proyectiles de artillería.
Después del comienzo de la invasión alemana, Adolf Hitler anunció que Leningrado debía ser destruido totalmente. «El Führer ha decidido borrar la ciudad de Leningrado de la faz de la tierra. Después de la derrota de la Rusia soviética, la existencia continuada de este mayor centro de población carece de interés. […] Se planea rodear la ciudad en un estrecho anillo y mediante bombardeos con artillería de todos los calibres y continuos bombardeos desde el aire, arrasarla. Si, como consecuencia de la situación en la ciudad, se presentan solicitudes de rendición, serán rechazadas, ya que los problemas relacionados con la estancia de la población en la ciudad y su abastecimiento de alimentos no pueden ni deben ser resueltos por nosotros. En esta guerra librada por el derecho a existir, no nos interesa preservar ni siquiera a una parte de la población», rezaba la directiva del jefe del Estado Mayor de la Marina alemana.
Hambre
Si al principio del bloqueo la mayoría de la gente moría bajo los bombardeos, el hambre se cobraría el mayor número de vidas. A partir del 12 de septiembre, las reservas de alimentos eran como máximo para unos dos meses.
Así, la economía se volvió más austera y se introdujeron cartillas de racionamiento. La cartilla de racionamiento de pan se convirtió en uno de los símbolos del sitio de la ciudad. Las tasas de suministro se redujeron cinco veces, y a partir del 20 de noviembre, como resultado de la última reducción, los soldados empezaron a recibir 500 gramos de pan al día y los trabajadores recibían 250 gramos, mientras que el resto de la población (personas que no trabajaban y niños) tenían derecho a 125 gramos.
Una de las residentes de Leningrado, Yelena Skriabina, escribió en su diario en noviembre de 1941: «La gente se muere y se muere. […] La gente está tan debilitada por el hambre que no lucha contra la muerte. Mueren como si se durmieran. […] La muerte se ha convertido en un fenómeno que se observa a cada paso. Se han acostumbrado a ella, hay una indiferencia total: al fin y al cabo, hoy no, pero mañana a todos nos espera ese destino. Cuando sales de casa por la mañana, te encuentras con cadáveres tirados en el callejón, en la calle».
Cabe señalar que, a pesar de las atroces circunstancias en las que vivía la población de la ciudad, los residentes construyeron más de 4.100 fortines y búnkeres, equiparon unos 22.000 puntos de fuego en edificios, instalaron más de 35 kilómetros de barricadas y obstáculos antitanque en las calles. Los obreros fabricaron y repararon unos 2.000 tanques, 1.500 aviones, 850 buques de guerra y barcos de diversas clases, entre otros de armas.
Liberación de la ciudad
Las tropas soviéticas realizaron cuatro intentos fallidos de romper el sitio de Leningrado. Solo en enero de 1943, cuando las principales fuerzas alemanas estaban concentradas en Stalingrado, lo lograron gracias a la Operación Chispa. El 18 de enero de 1943, el Ejército Rojo logró abrir un corredor de 10 kilómetros de ancho, lo que permitió restablecer el abastecimiento de la ciudad.
La urbe fue liberada por completo el 27 de enero de 1944, cuando tras dos semanas de feroces combates, el Ejército Rojo rompió el cerco nazi y logró que los alemanes se alejaran entre 60 y 100 kilómetros de la ciudad.
La proeza de los leningradenses se convirtió en un ejemplo de valentía y fortaleza. El 22 de diciembre de 1942 se estableció la Medalla por la Defensa de Leningrado, que se concedió a cerca de 1,5 millones de personas. En 1965 Leningrado recibió el título honorífico de la Ciudad Héroe.