«La guerra contra el olvido»: el EZLN conmemora tres décadas de su levantamiento en México

Este fin de semana inician los festejos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el grupo guerrillero que se dio a conocer el 1 de enero de 1994, con la declaratoria de guerra al Ejército mexicano.

«La guerra que declaramos es una medida última pero justa». Con esta definición, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se presentó ante la sociedad mexicana y la comunidad internacional en las primeras horas del 1 de enero de 1994.

Lo hizo después de tomar varias comunidades en Chiapas, uno de los estados más pobres de México habitado por una amplia población indígena, y a través de la Primera Declaración de la Selva Lacandona, un documento que explicó que los zapatistas eran resultado de una pelea de 500 años, que había llegado el momento de decir «¡basta!» y que le declaraban la guerra al Ejército mexicano.

De ese momento, que marcó un parteaguas en la historia de México y de América Latina, están por cumplirse tres décadas y el EZLN lo conmemorará con un magno encuentro en Chiapas, a donde el fin de semana se prevé la llegada de miles de simpatizantes nacionales y extranjeros que siguen apoyando una lucha que mutó de guerrilla a movimiento político.

El lunes pasado ya partió desde la Ciudad de México la Caravana Nacional e Internacional a Territorio Zapatista, que está integrada por decenas de colectivos de derechos humanos que, por motivos de seguridad, podrán arribar recién este viernes a la sede de los festejos en Chiapas.

Así lo establece la invitación lanzada por los zapatistas que señala que la conmemoración se realizará durante cuatro jornadas del 30 de diciembre al 2 de enero.

La celebración central se llevará a cabo el sábado en el Caracol (nombre de las comunidades autónomas zapatistas) ‘Resistencia y Rebeldía: Un Nuevo Horizonte’, e incluye una fiesta cultural con participaciones de la juventud y niñez zapatista en obras de teatro, canciones, bailables y poesías.

Límites

A las 00:00 del lunes 1 de enero se divulgará el pronunciamiento zapatista eje de la conmemoración. Durante ese día y hasta el martes 2, habrá actividades culturales de invitados de todo el mundo.

La convocatoria recuerda que en los territorios zapatistas está prohibido el consumo, comercio, trasiego y siembra de drogas y el consumo de alcohol, así como la exhibición, distribución, propaganda y apología de cualquiera de los partidos políticos electorales de cualquier geografía.

«Están prohibidas también las manifestaciones sexistas, religiosas, nacionalistas, racistas, ideológicas, políticas y deportivas que promuevan la burla, el acoso, el hostigamiento, la agresión y la violencia en contra de las personas por su color, raza, orientación sexual, religión, lengua, cultura, origen social, tamaño, nacionalidad, ideología», añade.

En suma, concluye, la celebración es de y para los pueblos zapatistas y por ello se exige «respeto a nuestros usos y costumbres, a nuestros modos y tiempos, a nuestra lucha».

Las y los seguidores del EZLN saben las normas y las cumplen cada vez que se reúnen en Chiapas, pero en esta ocasión el encuentro estará marcado por un condimento extra e indeseable: la creciente violencia narco que se vive en el estado.

Desafíos

EL EZLN celebrará los 30 años de su alzamiento sumido en la transformación de su estructura territorial, decisión que tomó en parte por el avance del crimen organizado.

La denuncia la realizaron los propios zapatistas, quienes a fines de octubre comenzaron a publicar una serie de comunicados para anunciar la desaparición de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (Marez) y las Juntas de Buen Gobierno, que ya se convirtieron en Gobiernos Autónomos Locales.

«Las presidencias municipales están ocupadas por lo que nosotros llamamos ‘sicarios legales’ o ‘crimen desorganizado’. Hay bloqueos, asaltos, secuestros, cobro de piso, reclutamiento forzado, balaceras. Esto es efecto del padrinazgo del gobierno del estado y la disputa por los cargos que está en proceso. No son propuestas políticas las que se enfrentan, sino sociedades criminales», señaló el ‘Subcomandante Moisés’, quien firmó la mayoría de los escritos.

Como ejemplo, citó los casos de las ciudades San Cristóbal de las Casas, Comitán, Las Margaritas y Palenque, las cuales, aseguró, están en manos de uno de los cárteles y en disputa con otro.

«Esto es constatado por la llamada industria hotelera, turística, restaurantera y de servicios. Quienes trabajan en estos lugares lo saben y no lo han denunciado porque están amenazados y, además, saben que es inútil cualquier petición», dijo.

Del mismo modo, según ese grupo, uno de los principales problemas de la zona es la presunta connivencia de las fuerzas militares y policiales para participar en el «negocio» de la migración, en vez de proteger a la población civil.

Historia

Nacido a principios de los años 80, el EZLN rescató la tradición de las históricas guerrillas mexicanas de los 70 que habían operado también en el sureste del paíd.

Luego de una década de trabajo en las sombras, los zapatistas se dieron a conocer el 1 de enero de 1994 con una declaración de guerra que sorprendió al gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari. Y al mundo.

En ese momento, el mandatario estaba a punto de terminar su gobierno inserto en la campaña del espejismo neoliberal que, gracias al Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y Canadá (TLCAN), trataba de mostrar a México como un país pujante, moderno y listo para entrar al «primer mundo».

Con su aparición, los zapatistas echaron por tierra la narrativa exitista de Salinas de Gortari y evidenciaron la profunda desigualdad, discriminación y racismo que persistía entre las decenas de pueblos indígenas de México.

La incipiente guerra era dispareja en lo numérico pero no en lo simbólico, ya que los miles de soldados mexicanos recuperaron rápidamente las ciudades tomadas por los zapatistas, que tuvieron que replegarse; sin embargo, la sociedad civil (intelectuales, colectivos de derechos humanos, universidades, periodistas) salió al rescate del EZLN.

En una masiva e histórica marcha realizada el 12 de enero de 1994 en la Ciudad de México, decenas de miles de ciudadanos legitimaron las demandas zapatistas y presionaron al gobierno para que se emitiera un cese al fuego y comenzara una negociación.

Los diálogos de paz se llevaron a cabo en San Cristóbal de las Casas, con el ‘Subcomandante Marcos‘ como figura central del EZLN y el fallecido excanciller Manuel Camacho Solís como comisionado para la paz, pero quedaron frustrados a fines de 1994, cuando los zapatistas rompieron la tregua y fundaron los municipios autónomos.

La situación volvió a tensarse. El Ejército mexicano regresó a Chiapas y, además, el gobierno dio a conocer la verdadera identidad del ‘Subcomandante Marcos’: era Rafael Sebastián Guillén Vicente, un exprofesor universitario no indígena.

Pero el apoyo social hacia el zapatismo volvió a surtir efecto y una nueva marcha derivó en largas negociaciones que tenían la finalidad de modificar la Constitución para reconocer los derechos indígenas. Los acuerdos, sin embargo, jamás se cumplieron.

Así, en estas tres décadas, el EZLN logró sobrevivir a seis presidentes, se reconfiguró política y territorialmente y cada tanto reapareció para advertir, como lo volverán a hacer el fin de semana, que mantienen viva la reinvidicación de los derechos de los pueblos indígenas mexicanos.

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